Por Gustavo Calle
Mercenarios de la comunicación y en la comunicación constituyen, en el Partido de la Costa, un emblema que se condecora con el halago dinerario de sus progenitores: el poder político económico. El sólo atisbo de la generosidad de monedero de sus benefactores, genera en estos sátrapas que mienten, deforman, se acomodan a los convencionalismos diarios, una especie de arrobamiento que les permite proseguir el postulado del “Cogito ergo sum”, pero de esta era que lo trasmuta en “Corrompo, luego existo”.

La última muestra preferencial y referencial del destino mediático fue ofrendado al público consumista de medios por el por siempre desfachatado Opinión de la Costa, que tituló un reclamo laboral y salarial efectuado bajo la desesperanza extrema por un trabajador comunal como “intento de suicidio en la delegación comunal de Mar de Ajó Norte”. Así, textual, encabezó en una de sus últimas portadas, el periódico oficial de la opresión y el embuste.
Ese supuesto “intento de suicidio” obedeció conceptualmente, a que el trabajador decidió ingresar a la dependencia barrial portando un bidón de nafta, amenazando quemar las instalaciones gubernamentales o prenderse fuego, si es que no obtenía respuestas satisfactorias a sus exigencias-derechos. Corolario, el damnificado protestante de los porotos diarios, preso y catalogado como “ demente”, ya que al lugar no sólo asistieron efectivos policiales para su detención, sino también psicólogos -esos especialistas en transferir sus propias debilidades en otros, cuando prestan funciones para el gabinete expoliador y explotador- confundiendo “un caso de dignidad y justicia con uno de diván”. En fin, el trabajador culminó detenido, catalogado como insano y sin la paga de las horas extras y otros beneficios quitados por el delegado comunal de Mar de Ajó Norte, un tal Rodrigo Ruiz, que había ido a reclamar.
A todo esto, el servil Opinión de La Costa, de funestas titulaciones entre otros desacoples como la indecencia, la incapacidad periodística y la falta a sus deberes más o menos éticos, se escudó en el comisario de Mar de Ajó, a quien, por supuesto, exaltó por su accionar “siempre al servicio de la comunidad”, ya que como expresó el mismo funcionario en el artículo “no debimos emplear la fuerza”, para conminar al “suicida versión mediática oficial”.
Pues bien, si la prensa hoy se ha convertido, desde hace un buen tiempo, tristemente en un mero negocio de la curiosidad, medios como el citado decidieron ir más allá en la aseveración. La prensa, con Opinión de La Costa, es algo más que un simple mercantilismo del regodeo barato y la banalidad. Es un pingüe negocio de la deshonestidad.