Así como la deuda eterna es en condición de visitante, San Martín se vuelve para los rivales un bastión casi inexpugnable. Otra vez, en el Templo, ganó Chaca. Uno a cero, ante Juventud Unida (Gualeguaychú), sin sobrarle méritos futbolísticos, aunque sí tozudez para ir a la búsqueda de la victoria que llego a los 44 minutos de la parte final, después que Fernando Coniglio conectará a la red dentro del área y de frente al arco un taco de Germán Re, posterior a un buscapié enviado por Damián Manso.
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Triunfo Funebrero, del que podemos resaltar la disposición de ir siempre a buscar el partido, con Nicolás Oroz como abanderado, acompañado por el intermitente Jhonatan Menéndez, el despliegue de Diego Rivero y las subidas de Ian Escobar, quien aprobó con creces el crédito que le brindó el nuevo entrenador Walter Coyette, al devolverlo a la formación titular.
Después de una primera parte en que Chaca sólo se aproximó con peligro al arco de los entrerrianos en un par de oportunidades y en la que le costó emparejar el mejor comienzo de los visitantes (aunque sin llevar demasiado peligro a la valla de Pedro Fernández), el ingreso de Damián Manso (ovacionado y pedido por la gente, desde el entretiempo) por un anodino Maximiliano Casa permitió ver lo mejor del equipo, que aún a pesar de no jugar bien logró un justo y agónico triunfo.
Para destacar, más allá de la importancia de haber regresado a la victoria después de dos caídas consecutivas en condición de visitante, la intención de salir jugando desde el fondo, la predisposición ofensiva y los relevos efectuados por Coyette, quien no demoró en darse cuenta de las modificaciones que ameritaba realizar.
Mientras Chaca, con mucha dificultad y sin fluidez iba en busca del arco de De León, la visita sólo procuraba llevarse el punto para su provincia. Hasta que apareció esa jugada extraña, llena de rebotes y confusa, en que Coniglio desató la euforia Funebrera luego de conectar un taco de Re, tras posterior buscapié enviado por el Piojo Manso desde la puerta del área grande.
Cosas para mejorar hay muchísimas, como por ejemplo algunos desacoples en el retroceso y la falta de exactitud y claridad en el juego de mitad de cancha para arriba, pero el esquema, los riesgos asumidos en defensa en pos de priorizar el ataque y la idea futbolística del nuevo entrenador no requiere de mayores reproches. Al menos, en este primer partido y como local. El desafío será, al menos, repetir la intención cuando Chaca salga de San Martín, y la próxima fecha tendrá una buena oportunidad de demostrarlo en Campana, donde lo aguarda el Villa Dálmine del Flaco Vivaldo.
Un triunfo que sirve para fortalecer la idea
Ganó Chaca, a las apuradas, con imperfecciones, con muchas cosas por mejorar, pero con la convicción de proponer -más mal que bien- buenas intenciones y juego ofensivo. Más allá de lo acuciante del promedio del descenso, hay jugadores y plantel como para aspirar a mirar los primeros puestos de la tabla. Algo que parece lejano, pero que en un campeonato parejo y difícil un par de triunfos permitirían materializar esa posibilidad. Claro, para ello habrá que torcer la historia como visitante. Y así, manteniendo la idea de Coyette, al parecer, puede que las conjeturas y los deseos se hagan realidad.