Usted que es hincha pero hace tiempo no viene a la cancha.
Usted que es socio pero por distintas circunstancias no puede venir.
Usted que ama al fútbol pero por alguna razón dejo de asistir a los estadios dese una vuelta por San Martín.
Le recomiendo que venga y pueda observar en vivo al equipo de Coyette.
Este Chacarita que ya no asombra y genera admiración en propios y extraños.
La mecanización de movimientos permite tener una seguridad dentro del campo que a su vez genera sintonía entre los jugadores.
¿Cómo es esto? La movilidad de los volantes permite generar espacios para que otra pieza entre y ocupe ese sitio vacio.
No es un capricho que la salida del fondo sea siempre con pelota dominada. La apertura de los centrales (Re-Rosso) y la penetración de Mellado casi hasta el inicio del área, busca generar espacios en campo rival.
El trabajo de Mellado fue casi perfecto. Esta vez, no tanto como eje de juego, sino en un rol más táctico que técnico. Presiona, roba, genera verticalidad de pases y propone la pausa justa para saber cuando ir o quedarse. Un volante central completo.
Crucero del Norte estudió a la perfección a su rival. Le cerró los caminos a los laterales (González y Lazarte) e intentó cortar el circuito futbolístico que genera Chacarita en la zona media.
Ese laboratorio táctico se derrumbó luego del gol de González. Cuando un equipo se arma exclusivamente para no dejar jugar al rival, en el momento de ser protagonista se queda sin argumentos.
El compacto del partido, por La Gloriosa Tricolor
Chacarita, por su parte, tiene el repertorio bien claro y la paciencia necesaria para tocar la sinfonía que mejor suena.
La victoria se justifica nuevamente por las premisas que este equipo adoptó desde hace unas cuantas fechas atrás: tenencia del balón, presión constante ante la pérdida del balón, rotación para generar espacios y la improvisación de sus jugadores.
A esta altura quedan cortos los adjetivos para describir este presente funebrero.
No queda más que admirar y disfrutar de un equipo que nuevamente nos devolvió las ganas de ir a la cancha.
Por César Damelio
@cesardamelio