[dropcap]L[/dropcap]a semana pasada el Partido de la Costa volvió a vivir una situación que cada año parece un poco más común y normal que el año anterior. Fuertes lluvias azotaron la región y muchos barrios quedaron completamente anegados. Hubo evacuaciones de emergencia, pérdidas de propiedad y un operativo por parte de la Municipalidad para bridar ayuda a los afectados. Luego de la tormenta, varios sectores del partido continuaron intentando recuperarse de las consecuencias y todavía continúan.
En la columna anterior hablábamos de fenómenos y desastres naturales. Decíamos que cuando no hay preparación para enfrentar fenómenos naturales como pueden ser fuertes lluvias, una comunidad se vuelve vulnerable ante estas situaciones. Es decir, lo que puede ser evitado o enfrentado para lidiar luego con mínimas o pocas consecuencias, se transforma en un desastre si no estamos ni un poquito preparados. Un desastre con evacuaciones de emergencia, pérdidas de propiedad y operativos que solo sirven como medidas paliativas porque no resuelven nada; va a llover fuerte de nuevo y vamos a estar hablando de lo mismo.
Pero, ¿por qué nos inundamos?
No hay una sola respuesta a esta pregunta. Podemos empezar con la falta de un plan hídrico por parte de las autoridades hasta la ausencia de criterio de los propios habitantes de la región al construir o al lidiar con la propia basura por ejemplo. Podemos apuntar dedos intentando decidir quién puede ser EL culpable. Pero mientras discutimos esto, hay una realidad que nos supera y es el cambio climático, que mientras echamos culpas y no hacemos nada, él está sucediendo.
Cuando hablamos de cambio climático, tenemos que hablar también de escenarios climáticos. Un escenario climático es una indicación posible sobre cómo podría ser el clima en las próximas décadas partiendo de suposiciones con base en estudios científicos. Estas suposiciones tienen margen de error, claro, sino estaríamos hablando de hechos. Sin embargo, podemos decir con bastante exactitud que en los próximos años, la situación del Partido de la Costa va a empeorar. Se estima que para 2035, el nivel del mar va a crecer aproximadamente 10 cm; esto va a provocar que las zonas de relieve bajo como la Bahía de Samborombón sean inundadas de manera directa. Si pensamos que solo el cambio climático en unos pocos años va a traernos inundaciones mucho peores y más frecuentes, ¿cómo se imaginan que nos encontrará 2035 si seguimos siendo una comunidad vulnerable en términos sociales, económicos y culturales?
Pavimentar calles antes que crear canalizaciones para los días que el agua nos tapa o seguir permitiendo que la urbanización sea cosa de cada propietario o constructor sin establecer reglas claras para que el partido crezca de una forma sostenible, lo único que va a lograr es que las inundaciones y las consecuencias pasen de problemas a calamidades.
LO QUE LA DESIDIA SE LLEVÓ: Graves consecuencias en La Costa por el temporal y la falta de obras hidráulicas.
Si pensás que esto no te afecta porque tu barrio no se inunda, pensalo dos veces: ya te va a tocar; lo dicen todos los escenarios climáticos propuestos hasta ahora. Y si eso tampoco te llega porque al fin y al cabo, tal vez ni estés acá cuando esto pase, pensalo de nuevo: cada lluvia fuerte que provoca inundaciones, evacuados, ruptura de calles, basura por todos lados…tiene un costo económico. Ese costo económico se paga con tus impuestos. Ese costo económico lo pagás vos y lo pago yo. Y es dinero que podría utilizarse para evitar estas situaciones.
¿Qué sucedió en Villa Epecuén?
Para quienes no conocen la historia, Villa Epecuén era un pueblo turístico en la provincia de Buenos Aires que vivía de sus aguas termales. En 1985 por no haberse realizado un plan hídrico adecuado, por permitir una urbanización que no se condecía con el medio ambiente en el cual el pueblo estaba insertado y por la desidia estatal (y de los locales), una de las tantas fuertes lluvias que azotaban la región fue más fuerte que lo normal. El pueblo quedó tapado por las aguas de la laguna que creció inconteniblemente y los casi 1500 habitantes fueron evacuados, perdiéndolo todo. El pueblo estuvo bajo las aguas por más de dos décadas. Nunca se recuperó.
Queda una advertencia para nosotros costeros entonces: si no se empieza a actuar sobre nuestras vulnerabilidades ahora que ya es tarde, que no nos sorprenda si en unos años más somos una nueva Villa Epecuén.