Como todo feriado, el Partido de la Costa recibió una cantidad importante de turistas que vino a disfrutar del ambiente natural que les proporciona la región. Y como todo feriado o temporada de verano, nos encontramos ante el mismo dilema: el distrito depende de la entrada de dinero que viene con estas fechas para su supervivencia pero, al mismo tiempo, los efectos sociales y ambientales nos dejan un sabor amargo.
“Permisividad” es la palabra del día
Este feriado, como tantos otros, vimos cómo las playas de Nueva Atlantis, por poner un ejemplo, se llenaban de vehículos; la ordenanza 3268 prohibe circular y estacionar en cadena de médanos y playas so pena de multas, pero parece que nadie se enteró. La música a todo volumen que ponen los balnearios o locales para atraer al turista mientras vos intentás descansar, también es susceptible de multa bajo la ordenanza 2021 promulgada en 1998. Pero parece que todos tenemos que aprender a apreciar la música de Damas Gratis de la rotisería vecina durante la mañana, tarde y noche porque hay que ganar dinero. En la playa, ves cómo las personas se entretienen buscando almejas para pescar, para llevárselas, para tirarlas. Hay una ordenanza, la 1704, que prohibe su extracción. Pero es feriado, vamos a conmemorar nuestro descanso interviniendo nuestro entorno natural de la peor forma posible.
La legislación ambiental existe, mas no existe una tarea de control real para verificar el cumplimiento de la misma.
Estos son tres muestras de cómo realmente los residentes del Partido de la Costa estamos delante de lo que el investigador José Dadón llamó “encrucijada del turismo”. Por un lado, la necesidad de recibir a un turismo masivo durante el verano o feriados cuyo impacto ecónomico es cada vez menor en los bolsillos costeros, y por otro, soportar el impacto ambiental que nuestra zona recibe con cada nuevo contigente de turistas, con cada nueva construcción destinada a atraer todavía más turistas y con cada acto de permisividad que destruye nuestro ecosistema.
Las consecuencias de un turismo no sostenible
De los varios escenarios futuros posibles, estamos frente al peor: el deterioro de los atractivos por los cuales las personas vienen a la costa – la playa, las áreas naturales, la tranquilidad de una zona no urbana- son de dominio público y quienes cargamos con las consecuencias de la destrucción del mismo, somos los propios residentes. Es decir, todos pueden usarlo de la manera que se les plazca; al final, las ordenanzas son una risa y cada quien hace lo que le venga en gana. Pero el costo real lo soportamos aquellos que vivimos aquí.
Con la pérdida de nuestro entorno natural, perdemos nuestra principal fuente económica. Sin entrada de dinero, sabemos lo que puede sucederle a una comunidad que depende pura y exclusivamente de un único modo de producción. Y estamos hablando de lo meramente socio-económico.
Si se continúa permitiendo que seamos los receptores de un turismo masivo para el cual se urbaniza el espacio sin planificación; si se continúa permitiendo que las pocas formas de protección legal del medioambiente sean simplemente cuestiones de un derecho abstracto y no una protección de hecho, el escenario futuro se torna cada vez más sombrío.

Una urbanización sin planificación, un turismo no sostenible y una legislación ambiental laxa cuyo cumplimiento es nulo puede provocar el deterioro irreversible del paisaje natural. No es un resultado que solo nos va a dejar sin playas; también nos trae aumento de la erosión costera y la consecuente vulnerabilidad a la que estaremos expuestos en caso de desastres naturales como las sudestadas; enfrentaremos la falta de agua potable por agotamiento de acuíferos, un aumento de la contaminación, perderemos recursos pesqueros y por consecuencia, perderemos también la biodiversidad nativa.
Una gestión ambiental que apunte a un turismo sostenible es un imperativo que no podemos ignorar. Sin ella, las predicciones para nuestra región son realmente catastróficas. Y hoy sabemos que una región no es independiente de otras; lo que nos pase a nosotros, afectará a otros.
Recordemos también que cuando hablamos de problemáticas ambientales, tenemos responsabilidades públicas y privadas; el Estado debe garantizar la protección del medioambiente. Y vos, tenés que dejar tu auto en casa, la música a volúmenes normales y parar de sacar almejas.