El Partido de la Costa tiene una historia bien particular: primero, nadie daba ni dos centavos por estas tierras; eran anegadizas, aburridas y era pura pampa con mar. Un verdadero canto a la monotonía. Igual, los terratenientes de fines del siglo XIX agregaron a sus kilométricas estancias estas tierras como patio trasero. Pero después, con la democratización de las vacaciones, los ya no tan pobres y los de la nueva clase media ampliada también querían un lugar para esparcirse y llenaron Mar del Plata de gente común y no de “gente como uno”. Había que encontrarles lugar a estos nuevos usuarios del espacio de ocio. Al final, no importaba si eran o no eran gente como uno; lo que importaba era que se vislumbraba un super negocio inmobiliario. Y así, a lo largo de 6 décadas, el Partido de la Costa fue tomando la forma tan disímil que tiene ahora; por un lado, super concentración en las calles más cercanas a la costa y ocupación de la franja medanosa. Por otro, un fondo abandonado a su suerte y que recién ahora, por falta de espacio, viene siendo explotado. A esto, hay que sumarle los emprendimientos inmobiliarios de barrios privados que se han apropiado de sectores inmensos de territorio costero, incluyendo una parte importante de la barrera medanosa.
Hoy, el Partido de la Costa es un municipio con grandes desigualdades. Hay gente que tiene agua potable; hay gente que tiene que ir a cargar bidones a las canillas habilitadas por el municipio que son insuficientes. Hay gente que se inunda con tres gotas; hay gente que no se inunda pero tiene que aprovechar esa agua y juntarla para lavar ropa. El dengue feliz en ambos casos. Hay gente que vive en casas que no resisten un viento leve a la que se la critica por haber ocupado estos terrenos; hay gente que se construyó una casa mansión con playa privada en terrenos de dudosa legalidad. Hay gente que se ocupa de reciclar y crear conciencia; hay gente que se queja pero no tiene un miserable tacho para colocar su propia basura.
Luis Mauricio Cuervo es un economista colombiano que se dedica a la cuestión territorial; trabaja con temáticas referidas a la conformación de ciudades y otros temas urbanísticos desde una perspectiva económica, social e histórica y dice que
El modelo urbano de nuestro municipio ha apuntado desde siempre a una explotación masiva del medioambiente en detrimento no solo de la naturaleza como de sus habitantes y usuarios. Nos machacan con propagandas de que “la Costa es más que un amor de verano” e invitan a las personas a pasar las vacaciones en nuestras playas pero no se le exige ni al turista ni al residente cuidar nuestros recursos. Nos continúan diciendo entonces que está bien seguir explotando el territorio para que unos pocos se llenen los bolsillos y así vender terrenos en Costa Esmeralda o Pinar del Sol con la idea de estar cerca de la naturaleza (una naturaleza exclusiva y para pocos) mientras los que vienen se hacinan en espacios cada vez menores de playas erosionadas y sucias. Y los que aquí viven sufran las consecuencias de las sudestadas que serán cada vez más fuertes y comunes. La maquinaria intelectual y financiera al servicio de unos pocos. No falta gente que diga que “la temporada es lo que mantiene al Partido de la Costa” y difunda esta idea con convicción. ¡Y encima legitiman la idea de seguir explotando el territorio hasta agotarlo! ¿Cuánta gente conocen que dice esto mientras el agua les llega a las rodillas?
¿Qué hacer ante tanta desidia y abandono? ¿Ante tanta persona que se exime de su responsabilidad, desde el político hasta el ciudadano?
Resistir. Hay gente que lucha por el agua potable como Agua Sana para la Costa. Hay gente que promueve constantemente la educación y concientización ambiental como Yo Amo mi Playa. Hay gente que permite que yo pueda hacer esta columna y la transmite a pesar de que podemos o no estar de acuerdo con lo que diga. Y hay gente que desde su lugar, aporta su granito de arena informándose, informando y haciendo algo. Es eso. Hacer algo. Alguito. No importa. Pero hacer.