En estos días una foto que muestra una nueva construcción sobre la barrera medanosa en Mar de Ajó volvió a poner esta pregunta en foco. Un vecino envió una imagen denunciando que junto al emprendimiento (también sobre la barrera medanosa) de SUGARA, hay alguien construyendo algo más. Sabemos que nos estamos quedando sin playa, entonces: ¿por qué seguimos construyendo en la franja costera?
La respuesta no es tan simple como parece. Lo primero que viene a la cabeza es “porque se lo permiten” o “porque nadie controla”. La segunda cosa que se nos viene a la mente es “por dinero”. Yo agrego una tercera y una cuarta: por estética y por negacionismo crónico.
Desglosemos
Analicemos la primera, la cuestión de los permisos o la falta de controles. En nuestro partido, es bien conocida la falta de políticas públicas en lo que se refiere a muchos sectores, entre ellos, el medioambiente. Sin ir más lejos, negocios como los de los barrios privados con Costa Esmeralda a la cabeza es un claro ejemplo de esto. La privatización del espacio costero es algo que sucede desde que nuestro municipio se conformó como balneario de excelencia de las clases medias y no tan medias para veranear. La corrida por explotar todo pedacito de terreno susceptible de ser transformado en casa de veraneo para alquilar o para el disfrute personal ya tiene más de 80 años. Recordemos sino que San Clemente fue legalmente conformado en la década del 30 y de allí para adelante, las especulaciones inmobiliarias no pararon. No aprendimos nada con playas como las de Mar del Tuyú o Las Toninas y le agregamos Costa Esmeralda, Pinar del Sol y otros nuevos barrios privados en los que te venden parte de la barrera medanosa por sumas con muchos ceros. En el Partido de la Costa jamás hubo una política real que fuera contra los emprendimientos inmobiliarios, pequeños o grandes. La playa se vio y se continúa viendo como un espacio a explotar y no a cuidar. Por eso no hay controles. Por eso hay permisos. Porque nuestros políticos ven a la naturaleza con visión utilitarista. Lo que nos lleva a la segunda cuestión. El dinero.
Construir en la playa trae plata para unos pocos y esos pocos en general, no vuelven a invertir ese dinero en el Partido de la Costa. Es dinero que no se queda en el lugar donde el medioambiente ha sido dañado. Y si queda, el costo es más alto que el beneficio. Pero para quienes construyen, es simplemente dinero que entra y es esa mentalidad cortoplacistas que mata a nuestro entorno natural. Pensemos en la cantidad de duplex que se construyeron en las décadas del 80 y 90. Pensemos en los “departamentos” entre muchas comillas que se construyen ahora para intentar burlar la cantidad de unidades que pueden construirse por metro cuadrado. Y pensemos también en el vecino residente o no que construye un garage y lo alquila en el verano como medioambiente. No es solo el conglomerado de las constructuras que quieren plata. También la quiere Roberto, que no se conectó nunca al gas que pasaba por la puerta de su casa porque “total yo no vivo ahí, lo alquilo para el verano”. Entonces si muchos, pequeños y grandes participantes de nuestra comunidad solo piensa en el dinero, ¿por qué no lo harían aquellos que ven un gran negocio en destruir la franja costera?
Una tercera razón en la estética: nuestros pioneros sacaron médanos enteros para que sus casas cercanas a la playa tuviera una vista privilegiada del mar. En Santa Teresita, en vez de restaurar la franja medanosa hicieron una pasarela para que los turistas pudieran sacarse fotos y observar el atardecer con la (poca) playa que queda de fondo. En Mar del Ajó, un hotel arrancó un médano para que sus huéspedes pudieran ver el mar. La estética ante todo. Y la sudestada que nos lleve a todos. Estéticamente hablando una inundación debe ser hermosa.
Y, finalmente, la razón que a mí me indigna más: el negacionismo crónico. Porque esta razón envuelve todas las demás. Porque como nadie dice nada o porque nos dejan, contruimos sobre los médanos que nos protegen. Porque es redituable, hacemos un parador sobre lo único que disminuye el impacto de grandes temporales sobre nuestra zona. Porque es lindo ver la playa, arrancamos eso que la naturaleza sabiamente puso allí para que tengamos agua dulce. Y porque negamos que todo eso pasa, seguimos construyendo encima de los médanos. Porque negamos que somos una comunidad vulnerable. Que no tenemos un gramo resiliencia frente a las consecuencias que ya estamos viendo a raíz de la depredación ambiental de nuestras costas. Porque mientras le pase a los otros, no nos pasa a nosotros. Porque todavía queda un pedacito de playa susceptible de explotación, podemos seguir lucrando con ella.