Recientemente Greta Thumberg, la adolescente sueca que ha movilizado a toda una generación de nuevos (y viejos) activistas dio un discurso en el que dijo lo siguiente:
Hoy existe un discurso ecológico en todos los aspectos de nuestra sociedad. Lo vemos en las propagandas de televisión y radio, lo vemos en las redes sociales, lo vemos en las campañas políticas, lo escuchamos de la vecina que te dice que va al mercado con su bolsa de tela y del vecino que te dice que leyó algo sobre los microplásticos en el diario. Sin embargo y de acuerdo al sitio de comunicación científica “El gato y la caja”, ningún indicador ambiental a nivel global está mejorando a pesar de que el discurso del desarrollo sustentable existe hace ya casi 30 años. O sea, mucho bla bla y poca acción real.
Aquí entra la discusión eterna de qué podemos hacer nosotros desde nuestro pequeñísimo lugar para que estos indicadores en algún momento mejoren. ¿Sirve de algo? ¿Hacemos alguna diferencia si consumimos menos carne y usamos bolsas de tela para hacer las compras si al final se destruye legalmente nuestro medioambiente a través de permisos, excepciones y falta de control? Yo soy de las que piensa que si no sos parte de la solución, por lo menos no seas parte del problema. Entonces sí, a una súper microescala, tu acción contribuye o no a empeorar la situación. ¿Que nos vamos todos al tacho igual si desde arriba no hacen algo? Sí, es verdad. Pero, ¿con qué cara vamos a mirar a nuestros hijos y decirles que eso es solo culpa de los políticos si nosotros fuimos también parte del problema?
LOS MOLESTOS DE SIEMPRE
Y ahí entran los molestos de siempre. Los que no entienden que hoy, en plena crisis económica, no podemos estar en contra de trabajo para la gente cuando se hace un rally en medio de un área protegida. Los molestos que no quieren más concesiones en la franja medanosa que traerá algunos puestos de trabajo ni queremos plantas de asfalto que contaminen nuestro ya maltratado entorno natural. Los molestos que no entienden que la gente quiere comer algo hoy y que necesita de esa plata, de ese ingreso ahora.
Lo que no entienden es que cuando los molestos hablan de políticas ambientales, hablan de tener una vida digna. Una vida digna que incluye un ambiente sano donde las personas se puedan desarrollar y no se enfermen porque aspiran el humo de las quemas del basural a cielo abierto que tienen al lado. Que no se tenga que bañar a los chicos en agua marrón porque jamás se tomó en cuenta que acabar con los médanos, es acabar también con nuestra agua potable. Que una política ambiental busca un desarrollo sostenible para todos y eso incluye el económico como crear puestos de trabajo genuino a través de cooperativas de reciclado, apoyar emprendimientos sustentables que pueden ir desde el turismo hasta la gastronomía si pensamos en nuestro distrito alfajorero de cara al resto del país.
En estos días aparecía la noticia sobre un proyecto de reciclado de desechos que generaría fuentes de trabajo en nuestro partido. El proyecto es muy bienvenido. Pero las preguntas que no quieren callar son: ¿por qué ahora? ¿Por qué no antes? ¿Por qué no se escuchó a los molestos de siempre que hace rato vienen insistiendo en proyectos como estos pero no pertenecen a ningún partido político que interese?
Los molestos de siempre seguirán siendo molestos. Seguirán pinchando con sus propuestas y proyectos que serán dejados de lado para que luego alguien más los tome como propios. Seguirán siendo diferentes como dice Greta porque el único interés que tienen es el de poder mirar a sus hijos o cualquier niño costero y decirles que ellos sí lo intentaron.