Esta columna puede parecer una repetición de alguna otra anterior; en realidad no puede parecer, es una repetición. Porque esta semana nuevamente fuimos testigos de cómo la codicia humana puede llevar de a poco a la extinción de un ecosistema completo.
En la última semana se dieron a conocer fotos de la retirada de médanos en las playas de Costa del Este. El Parador del Este, ubicado entre las calle 4 y 5, decidió darse una vista al mar y con una topadora arrancó la vegetación frente a su establecimiento, depredando el cordón medanoso que tan destruido está. Pero esta vez no fue gratuito: los vecinos decidieron hacer algo al respecto. Se autoconvocaron y consiguieron no solo que la policía secuestrara la topadora que estaba causando el estrago, como también que una concejal de la oposición realizara una denuncia contra los dueños del lugar (que no son residentes costeros) por daño ambiental y contra el delegado municipal por omisión, ya que esto se había avisado y nadie hizo nada al respecto. No solo eso, sino que luego de que los vecinos se movilizaran para detener esta destrucción, la topadora regresó unos días después pensando que los ánimos ya se habían calmado.

El increíble desprecio por la naturaleza y por una cuestión vital para el partido como son los médanos, es realmente asustadora. Y el desprecio no es solo de los dueños de este parador sino también de aquellos que deben controlar y miran para otro lado. En otras columnas explicamos la importancia de los médanos y su función en nuestro entorno natural: nos protegen de las sudestadas, son reservas de agua dulce, aumentan la resiliencia de nuestro municipio al permitir una mayor biodiversidad entre otras cosas. Y son lindos, gente. Y nos dan sombra cuando nos calcina el calor del verano. Pero si todo esto no es suficiente, estos personajes (porque en mi opinión, son caricaturas de los villanos de historietas que solo piensan en dinero) no se dan cuenta que se están haciendo un agujero en el propio bolsillo. Esto también lo explicamos en otras columnas pero vale la pena repetirlo hasta el hartazgo: sin playas, no hay plata. ¿Cómo vas a explotar económicamente un parador si te llega el agua hasta el deck donde tus clientes toman tragos a precios exorbitantes durante el verano? Y el municipio, ¿cómo pretende seguir ganando dinero con los permisos a los balnearios si no hay turistas? Porque es eso lo que va a pasar si seguimos así; nos vamos a transformar en un pueblo fantasma.

Hace un tiempo leía un comentario que me quedó resonando en la cabeza: billetera mata playa.