Hace unos días, un poco más de 11000 científicos de 153 países declararon que estamos frente a una emergencia climática. Y que no había dudas sobre esto. Parece un poco obvio lo que dicen pero en un mundo donde las temperaturas aumentan, la biodiversidad desaparece y ya tenemos refugiados climáticos, todavía hay gente, inclusive líderes de potencias, que “no creen en el cambio climático” como si la ciencia fuera una cuestión religiosa. Por eso, en una declaración en conjunto publicada por el American Institute of Biological Science, comienzan diciendo:
“Los científicos tenemos la obligación moral de claramente advertirle a la humanidad de cualquier amenaza catastrófica y decir cómo realmente está la situación. Basándonos en esta obligación y en lo indicadores gráficos que presentamos aquí, declaramos, con más de 11.000 científicos firmantes alrededor del mundo que el planeta Tierra clara e inequívocamente se enfrenta a una emergencia climática‘“
World Scientists’ Warning of a Climate Emergency
Pero no se quedan allí, hablando de la catástrofe. También proponen seis áreas de acción sobre las cuales actuar para intentar detener esta emergencia.
- Reducir los contaminantes.
- Proteger y restaurar los ecosistemas de la Tierra.
- Comer alimentos de origen vegetal y reducir el consumo de productos animales.
- Fomentar una economía libre de carbono.
- Estabilizar la población mundial.
- Reemplazar los combustibles fósiles con energías renovables bajas en carbono.
Si bien los científicos apuntaban a las grandes empresas y a los gobiernos, nosotros podemos también hacer nuestra parte. Preguntarnos qué de todo esto podemos empezar a implementar. Qué de todo esto puede transformase en una acción social con nuestros vecinos. Como ejemplo de qué podemos hacer a nivel individual, puedo pensar en reducir el consumo de carne en nuestros hogares y descubrir nuevas formas de cocinar. Personalmente, desde hace unos años instauramos en casa los lunes sin carne, un movimiento que busca aumentar el consumo de platos vegetarianos en el mundo. Y fui descubriendo diferentes platos veganos agradables al paladar que fueron aceptados por la familia. No es una cuestión de omnívoros vs vegetarianos-veganos y sí de cómo se consume y cómo llega esa carne a nuestros platos. De cuántos bosques nativos son destruidos por la industria pecuaria para que podamos comer un churrasco todos los días. Se trata simplemente de repensar la forma de consumir. Esto se une a buscar otro tipo de economía en la que nos juntemos con los vecinos y armemos una huerta comunitaria, compremos bolsas de 5 o 10 kilos de harina y la repartamos, usemos el trueque como forma de ayudarnos a la hora de arreglar una heladera o hacerle la botamanga al pantalón. Y con esas acciones estamos actuando sobre las áreas referidas a “comer alimentos de origen vegetal y reducir el consumo de productos animales” y “fomentar una economía libre de carbono”.

Otra acción que podemos implementar es participar desde nuestros lugares en grupos que eduquen y defiendan nuestro medioambiente, que ayuden a limpiar las playas, que propongan plantar árboles para proteger médanos, hacer parte de las campañas de concientización y estaremos trabajando sobre el área de “proteger y restaurar los ecosistemas de la Tierra”.
También podemos ayudar en grupos donde se hable de planificación familiar, de educación sexual, fomentar y educar a la gente sobre la necesidad de la Ley de Educación Sexual Integral en las escuelas para que un futuro los científicos no tengan que hablar de “estabilizar la población mundial”.
Las otras dos áreas son un poco más difíciles para nosotros simples mortales, pero posibles. El área referida a reducir los contaminantes se refiere específicamente a los hidrofluorocarbonos y metano. Los hidrofluorocarbonos se usan en los sistemas de refrigeración como por ejemplo, el aire acondicionado. En este caso, quien tiene aire acondicionado puede usarlo conscientemente durante el verano como muchas propagandas gubernamentales vienen proponiendo hace años. Otra forma de evitar los calores sofocantes del veranos y el propio aumento del metano, el otro contaminante, es empezar a preocuparse por los árboles que cada día van desapareciendo. Y volvemos al tema de cambiar un poco nuestros hábitos a la hora de alimentarnos: menos carne, más bosques nativos que no son destinados a la industria pecuaria.
Y aquí llegamos al punto que llegamos siempre: ¿sirve hacer todo esto cuando los gobiernos y las empresas, los principales destinatarios de estas medidas, hacen poco o nada a pesar de las advertencias?