Hace unos días veníamos volviendo a casa con mis hijos por la playa. Eran las ocho y cuarto de la noche. La noche estaba empezando a aparecer con fuerza y los pescadores ya estaban apostados en la orilla. En la playa, muchas de sus familias esperaban el pique. Cuando llegábamos a nuestra entrada, veo varias cositas brillando: vasos de licuados, paquetes de galletitas, colillas, pedazos de plástico de algo y pedacitos de redes. Me pongo a juntar lo que encuentro, sin tener bolsa, sin tener donde poner. Mis hijos de tres años y medio recogen dos vasos y ponen cositas:
— ¿Esto es basura, mamá?
— Sí, ponelo adentro del vaso
Nadie, ninguno de los que estaban allí sentados alrededor de la mugre dejada por ellos o dejada por otros tal vez se acercó a ayudar. No eran tantas cosas. No se tenían que transformar en camiones de basura para ayudarnos. Solo tenían que levantar algo. El tacho de la playa estaba que rebalsaba así que seguimos camino con la basura. Llegando a casa la embolsamos, la pusimos en el tacho y nos lavamos bien las manos. No fue tan difícil.
Esto me puso a pensar en la cantidad de veces que escucho, sobre todo a turistas en temporada, cosas como:
- Qué sucio que está todo.
- La playa es una mugre.
- Hay que quejarse al Municipio.
- Así no vamos a venir más, mira cómo está la playa.
Vamos a decir que coincidimos en todo para no entrar en discusiones banales que no llegan a nada. Vamos a decir que queremos lo mismo. Pero ahí aparece otra cuestión también muy importante: ¿dónde está tu responsabilidad por lo que pasa?
“Qué sucio que está todo” o “La playa es una mugre”
Estos no son comentarios que representen algo que sucedió de un día para el otro; esto me atrevo a decir, es cultural. La gente cree que otro tiene responsabilidad en juntar su basura. Veo que siguen poniendo bolsas y bolsitas en un tacho de basura como si fuera el jenga, tratando de encajar su basura donde no cabe para sentirse bien porque la pusieron en el tacho. “No hay suficientes tachos, no recogen seguido” dicen. Y es verdad. Pero mientras, ¿qué hacemos? ¿Seguimos llenando la playa porque nadie pasa o no pasan lo suficiente? ¿No juntamos porque alguien más lo tiene que hacer? ¿Siempre es culpa del otro lo que nosotros mismos hacemos? ¿Y nosotros, qué hacemos para evitar que esté todo sucio?
“Hay que quejarse al Municipio”
Además de quejarse y de que el “hay” debería transformarse en “tenemos” dejando de ser impersonales para hacernos cargo también de lo que nos toca, hay que actuar. Si colgás la bolsita de basura en el palo de luz, si te crees que dejando el bidón de agua revoleado en el piso o las botellas sueltas dentro de un pedazo de canasto es una forma de “cuidar la playa”, te informo que estás equivocado. Además de quejarse, hay que responsabilizarse por lo que uno hace o deja de hacer,
“Así no vamos a venir más, mirá cómo está la playa”
¿Y si en vez de echarle la culpa al universo, al de al lado, al Municipio, empezamos a hacer nuestra parte? A donde quieras que vayas vas a encontrar que el medioambiente está siendo depredado. Más o menos, esto, como dije antes, se ha tornado cultural: explotar el entorno natural al máximo para sacarle hasta el último centavo posible. Entonces empecemos a hacer nuestra parte, sobre todo si tenemos chicos que nos ven haciendo o no haciendo. Siempre hay alguna acción de la que se puede ser parte y sino, recoge lo que veas en tu metro cuadrado aunque no sea tuyo y de esa forma vas a estar dándoles el ejemplo a tus hijos de que tenemos y no que “hay” que cuidar el medioambiente.
Así como las personas que no nos ayudaron el otro día, la inacción dice mucho de tu actitud. No te pido que limpies la playa entera. No te pido que te cargues al hombro todas las tareas que el Estado no cumple. Pero si nos vamos a quejar, también tenemos que analizar un poco qué hacemos nosotros para evitar que esto pase.