Una de las cosas más importantes que podemos proteger para garantizar un futuro para nuestros pequeños es la biodiversidad. Para definir lo que significa esto, podemos usar a la Real Academia Española que nos dirá que la es “variedad de especies animales y vegetales en su medio ambiente”, es decir, la diferente flora y fauna que podemos encontrar en un lugar determinado.
Las cortaderas, los juncos, las gaviotas, el chorlo de las pampas son algunos ejemplos de flora y fauna local. La importancia de la biodiversidad radica en que cuanto mayor sea, más chances tenemos de resistir al cambio climático por ejemplo. Es lo que se llama resiliencia, o sea, la capacidad de un sistema de recuperarse después de haber sufrido alguna perturbación. Las sudestadas, por ejemplo, son perturbaciones que han sucedido en nuestra región desde siempre. Para eso están los médanos por ejemplo, para permitir una mejor recuperación a partir de su capacidad de proteger las costas evitando la pérdida de arena y así, manteniendo el lugar donde vive la fauna y flora del municipio. Cuando depredamos los médanos, somos más vulnerables a estas perturbaciones y menos capaces de recuperar el equilibrio.
Entonces, cuanto más le robemos espacio a la flora y fauna local, tendremos menos biodiversidad y por ende, menos capacidad de enfrentarnos a las perturbaciones que van a seguir sucediendo.
¿Por qué traigo a colación este tema nuevamente?
Porque ayer, 3 de marzo, fue el Día Mundial de la Vida Silvestre, un día para crear conciencia sobre la importancia de la vida salvaje para nuestro presente y futuro. La periodista ambiental Tais Gadea Lara informa que según
¿Y qué tiene que ver esto con el Partido de la Costa?
Todo. Porque lo que hacemos (o no hacemos aquí) repercute en otros lados. Ayer también, 3 de marzo, cumplió años Santa Teresita, uno de nuestros balnearios más densamente poblados y con gran cantidad de espacio ocupado por construcciones. Santa Teresita y su creador, el abogado Lázaro Freidenberg, son ejemplo de lo que no debe hacerse cuando se llega a un lugar y se pretende crear una ciudad: desconocimiento (y poquísimo interés de conocer) total sobre el ambiente natural, depredación de la biodiversidad, construcciones descontroladas, falta de políticas públicas destinadas a resguardar los recursos naturales y podemos seguir. Podemos ser abogados del diablo y decir que el abogado no sabía mucho lo que hacía; en definitiva nadie hablaba de cuidar el ambiente 74 años atrás. ¿Y diez años atrás, ya se hablaba? ¿Y cinco? ¿Y hoy? ¿Por qué seguimos sin políticas públicas reales que cuiden la vida silvestre de nuestro partido? ¿Por qué luego de varios incendios seguidos en Punta Rasa, sitio declarado humedal de importancia internacional, nadie lo menciona y no se escucha sobre qué vamos a hacer para protegerlo de la depredación?
¿Por qué seguimos sin reaccionar delante del atropello ambiental? ¿Por qué seguimos pensando que lo que le pase a la lagartija de las dunas no nos afecta a nosotros? Al final, sin playas, no somos nada.