Por Gustavo Calle
Existe un eje vertebral que a esta altura no exige ningún tipo de condicionamiento excusatorio o que esté inmerso en la posibilidad, aunque fuera mínima, de la indulgencia. La educación pública, politizada en su proyecto, idea y posterior praxis, desde la época del inhibitorio y reprobable Domingo Faustino Sarmiento, no es más que una sucesión de insultos y agravios. Partiendo de sus obsoletas y recreadoras de valores ajenos e inciertos currículas (planes de estudios urdidos en el parcialismo y la unidireccionalidad), a todo lo que como correlato son las ineluctables y objetivas falencias edilicias, estructurales, coyunturales, administrativas y humanas, que poseen, claro está, para estigmatizarse y efectivizarse a través de sus ideólogos materiales y sus súbditos ejecutores. Y no hablamos de carencias que puedan parecer exageradas, sobreactuadas, en cuanto a su conceptualización y cita; sino, por el contrario, a carencias hasta en algunos casos fatales. Por verbigracia basta recordar lo sucedido en colegios del conurbano bonaerense, con la muerte (asesinato de Estado) de dos trabajadores (uno docente; el otro, auxiliar) por un escape de gas, o con el deceso (asesinato de Estado) de trabajadores del sector movilizados en exigencia de hacer valer sus derechos laborales y salariales (por caso, Carlos Fuentealba). Indefectiblemente, la subjetividad de este mensaje periodístico, aseguro, está cargado de buenas intenciones. Y todos deberíamos saber, darnos cuenta, que las buenas intenciones son la mejor y única herramienta para llegar a describir con gran porción de exactitud los hechos objetivos. Y valga, no es intención, dispénseme por esta última frase que puede asomar como estertórea de vanidad.
La educación pública, a la que la dominancia se encarga de adjetivarla, a manera de ornarla, con palabras como gratuita y obligatoria, nos transfiere ciertas responsabilidades, que a la vista y carga de nosotros, aparecen como irresponsabilidades si es que recreamos estos preceptos sin cotejarlos y purificarlos por el tamiz de la criticidad.
Gratuita no es: cada uno de los actores debe costearse no sólo los útiles y utensilios escolares con sus subrogantes (indumentaria, traslados, fotocopias y apuntes), sino además cargar con el precio inestimable de lo que significa soportar la burocracia, el maltrato o el destrato, la falta de atención a las inquietudes de los educandos y las mentiras de manual, que a pesar de no tener un precio pecuniario no escapa a la crematística política, que se enriquece económica y escalafonariamente merced a nosotros.
Obligatoria no es (ni debería serlo): nadie puede obligar a otro a asistir a clases, sin disponerle de las herramientas para cubrir las necesidades del fin. Esto, claro está, sin desconocer las preferencias y orden de escalas de valores de cada ser humano, que quizá no coloque en la educación formal su interés.
Pública, tampoco es. Decididamente. Porque es la respuesta, la síntesis, de este silogismo propuesto en las dos premisas anteriores. Es decir, nada merece llamarse público si no contempla ni integra a los sectores más desprotegidos y desamparados. Y sabemos que, más allá de los discursos pacotilleros políticos de rigor e insalvables de cada sector que hacen referencia sistemática a la frase, esta herencia es la única recibida como válida y cierta.
Política, sindicalismo, poder económico y técnicos burócratas y demagogos son los dueños y patrones de lo que se conoce como educación formal. Pero también diseñaron, a forma de paliativo para las urgencias nunca de manera adrede solucionadas, la educación informal. La que está destinada a aquellos que no cumplen con los requisitos transferidos para volverlos irresponsables citados en los párrafos anteriores. Es decir, con la firme convicción de generar mano de obra barata (más barata aún), obediente, recreadora de valores arcaicos, filonacionalistas y no sujetos a crítica y debate. Y ante todo, para que asuman sus destinatarios con cierta porción de certidumbre la famosa imposición de “peor es nada” o “por lo menos pude aprender un oficio”. Cuando en verdad no les dieron opción a otro camino. Simplemente, y valga a manera de paráfrasis, para sintetizar y no extendernos en teorías ulteriores, porque la educación formal no cumple con sus leyes apócrifas y declamatorias: no es pública, gratuita ni obligatoria. Como tampoco lo es la informal, pero con la diferencia de ser su contenido más específico, que no se extiende demasiado en el tiempo ni requiere de conocimientos elementales.
¿Qué pasa en nuestro distrito?
Por otra parte, en el Partido de la Costa, a pesar de cumplir con exactitud todo lo antedicho, también hallamos otros despropósitos vernáculos, que identifican la situación a nivel local. Los actores son los mismos, pero minimizados territorialmente. Gravísimas y serias falencias edilicias, falta de provisión de servicios públicos esenciales, no otorgamiento de vacantes, desidia directiva, penoso rigor profesional y pedagógico de la docencia en general, nepotismo en cargos otorgados en el Consejo Escolar y en la mismísima cartera gubernamental de Educación y Cultura (que no en vano, tergiversados y acomodados a conveniencias e intereses sectoriales más políticos que sociales, los términos van juntos), en la dirección de las escuelas y en el gremio SUTEBA son las características principales que dominan el espacio, contando con la estimable colaboración de la sumisión, la sensación de miedo, el silencio sepulcral, la congoja y el conformismo de los sectores perjudicados no sólo en el ámbito de la educación, sino cooptados en el orden y la lógica diarios socioculturales. (ver recuadro)
Y sólo sopesamos a la educación, en general, y en La Costa, en particular, como escolaridad, salvando de la similar situación que atraviesan los niveles superiores, sean terciarios y universitarios (este último, inexistente en el orden local).
Es así, pues, que la educación es importante (o debería serlo) en el contexto y desarrollo dentro de una vara social. No de esta manera, dominada verticalmente. La educación, sólo y sólo sí, debe inexorablemente sumirse a los designios de la horizontalidad, respetando los conocimientos que puedan impartir unos (que deben convertirse inmediatamente en educadores y abandonar el rol jerárquico de docentes) y los saberes que seguro poseen otros (los educandos); debe hacer a un lado, con destino al cesto de residuos, el gesto inhibitorio y autoritario de Domingo Sarmiento (y sus subyacentes de manual y de sed de figurar en él) y volcarse intelectual y visceralmente a los preceptos liberadores que nos puede ofrendar basada en la actitud dialógica enseñanza–aprendizaje.
Algunos internos de la educación, carcelarios de la desdicha, nos dicen que las aulas son el lugar propicio para la adquisición de conocimientos y la construcción de valores. Refuto, comenzando por el final. No hay posibilidad de construcción de valores, sin la atención de inquietudes de los estudiantes, en primera instancia. Y luego, nunca nadie se preguntó: ¿qué definición y extensión etimológica adaptada a la realidad tendrán los educandos sobre la terminología “valores”? Para culminar, ateniéndonos a estas eternas y malvenidas carencias, que sólo hay recreación de valores. Y son los impuestos en los perversos planes de estudio, sin lugar a objeciones y menos, mucho menos, hipótesis de construcción de los mismos. En tanto, en lo que respecta a la supuesta adquisición deconocimientos, éstos son más de extensión que de profundidad, y así todo caen rendidos en la derrota asegurada de antemano.
CLAVES DEL CUADRO DE SITUACIÓN COLEGIAL EN LA COSTA
Específicamente y de manera detallada, en el Partido de la Costa así se encuentra la situación de la escolaridad pública, a horas de haber comenzado un nuevo ciclo lectivo.
| Escuela 4, de San Bernardo | La única secundaria pública de la ciudad tiene serias y peligrosas falencias edilicias. Posibilidad de derrumbe en parte del techo central y hundimiento de pisos. Además, por encontrarse cerrada debido a estos motivos, los estudiantes no pueden matricularse ni rendir exámenes que adeudan. Asimismo, tampoco pueden tramitar, en el caso de los egresados 2019, los certificados analíticos. Los directivos anunciaron escuetamente que la atención para estos trámites se realizarían provisoriamente en la escuela primaria 15, de la ciudad, aunque no se presentaron en el lugar a pesar de la promesa. Existen grandes posibilidades que las clases no comiencen en tiempo y forma.
| Escuela 7, de San Bernardo | Comenzó con anomalías el ciclo lectivo, pues el baño de varones del primer piso se halla clausurado e inundado, por problemas en sus cañerías.
| Jardín de Infantes, de San Bernardo | El establecimiento, como la secundaria, es el único público que funciona en la ciudad. Debió suspender las clases el mismo día del inicio del ciclo lectivo, por no poseer suministro de gas, situación que prosiguió a pesar de haberse levantado, desconociéndose los argumentos, la interrupción de la asistencia a las aulas. De todas maneras, no ofrece desayunos y meriendas, por este motivo.
| Escuela 11, de La Lucila | En el edificio colegial se comparten sus aulas con un colegio secundario. Falta de agua, roturas de cañerías y sin servicio de comedor y refrigerios. Recién, desconociéndose los argumentos, a cinco días de iniciadas las clases se habría reestablecido el servicio de almuerzo, aunque nada se informó sobre si el suministro de agua se normalizó.
| Escuela 9, de Mar de Ajó | Ingentes problemas con las vacantes. Muchos chicos no fueron escolarizados, debido primero a una paupérrima información por parte de sus directivos y posteriormente por falta de espacio físico para albergar a una matrícula supuestamente superior a la del año pasado. Una madre, que efectuó la denuncia en NdR Radio, pudo conseguir, a pocas horas de salir al aire, que a su hija la inscribieran, aunque en la escuela 12, que funciona en el barrio El Silvio.
| Situación en zonas Centro y Norte | Principalmente, en varios colegios, al menos más de medio centenar de estudiantes primarios tienen problemas para conseguir sus vacantes. En algunos establecimientos, también se observaron graves inconvenientes edilicios, estructurales y falta de servicios públicos esenciales, como gas y agua.
Silenzio stampa
En todas las situaciones, ningún directivo se dignó a conversar con NdR Radio, aduciendo excusas que van desde no hablar con la prensa, a ausencia de regentes y directores, pasando por no tener el permiso previo de los consejeros e inspectores escolares para brindar información, que en definitiva es de alcance social y un derecho de los actores de la comunidad educativa que sostienen y padecen el andamiaje de la escolaridad pública.
Vale aclarar que el SUTEBA local, connivente con el poder estatal costero, tiene conocimiento de todas estas irregularidades, y a pesar de ello no efectuó ningún tipo de exigencia y reclamo, ocultando la precaria y penosa situación.
La educación será liberadora o no será nada
Si las aulas fueran el lugar propicio para la adquisición de conocimientos –como sostienen algunos paranoicos con las transformaciones verdaderas-, lo primero que habría que explicarles es que entonces, así el estado de cosas, la educación no sería más, como mucho, que instrucción. Y que a partir de este enroque, sí podríamos comenzar a aceptar la cita, para inmediatamente enriquecerla con que en verdad, así las aulas como se encuentran, con serios inconvenientes edilicios y estructurales, sin ir más lejos, son el ámbito propicio, casi único, de entender el proceso y la dialéctica ordinaria inmersa en la sujeción de la escolaridad como tal.
Por ende, por lo antedicho, de la primera a la última grafía, hay que repensar a la educación formal, desde sus formatos iniciales hasta los que la corolan. Y si es posible, resignificarla, pues nunca nos dijo una verdad o nos conminó a decirla. Porque la educación, ésta, sarmientina, así lo prevé en su decurso. Y se vale de sus decursores políticos, gremiales, empresariales y trabajadores acríticos, para llevar sus preceptos hasta sus últimas consecuencias. Que no son otras que, como dijo el pedagogo brasileño Paulo Freire, no permitir su liberación para que siga siendo una categoría sujeta a direccionamientos y parcialidad. Que esconda lo que no quiere mostrar y que asome lo que le conviene que se vea y se repita.
Así como está presentada desde tiempos inmemoriales, la educación ni siquiera adquiere el rol que le cabe: el de importante. Obsérvese que digo importante y no determinante. Pues esto último sólo está reservado para la conciencia. Y sin ella la instrucción, a lo sumo, seguirá siendo llamada por sus ideadores y recreadores educación, con todas sus rajaduras, grietas y sin matriculación que la habilite como tal.