Mis hijos son alérgicos a la proteína de la leche y el huevo. El nene también tiene sensibilidad al glúten. Entonces nuestra dieta es bastante restrictiva y muchas cosas empezamos a incorporar de a poco. Muy poco. Entre ellas, la miel. Un día, mirando las lavandas del vecino, mis hijos vieron una abeja. Estaban fascinados por el vuelo lento y el baile hermoso que hacen delante de una flor. Claro que yo preocupada por todas las alergias que fuimos descubriendo les pegué un grito para que se alejaran de la abeja, su baile y la hermosura de su danza. Hoy pueden consumir miel sin problemas y hace un año preguntaron de nuevo por las abejas.
Las abejas. Esos insectos que hoy sabemos son esenciales para vivir. Pero que además, a través de diferentes métodos, nos dan miel, cera, pólen, propóleo y jalea real. A través de la apicultura el ser humano hoy disfruta de diferentes productos con los cuales no podríamos vivir o la vida sería muy diferente.
Cuando hablamos de abejas entonces, no hablamos solo de polinizar flores. Hablamos de toda una cadena económica que nos excede.
Digo esto porque parece que cuando hablamos de la naturaleza, las cosas se regulan solas. ¿Faltan abejas? Ya van a aparecer más. Nosotros como seres humanos no tenemos ninguna responsabilidad en esa misteriosa desaparición de cantidades. ¿No hay polinización? Algún otro bicho hará el trabajo, veo plantas todos los días, de algún lado vienen. ¿La miel está cara? Son esos apicultores que suben el precio, ¿cómo no va a haber abejas para hacer miel? ¡Están en la naturaleza!
Y así, no solo nos alejamos de la realidad como negamos nuestra acción sobre el ambiente. ¿Sabían que, según la National Geographic, situaciones como los monocultivos, digamos la soja en nuestro país, se traducen en una menor disponibilidad y diversidad de alimento para las abejas, y así le decimos adiós a la biodiversidad? Sí, esa biodiversidad de la que hablamos tanto y que nos ayuda a ser resilientes delante del futuro ambiental que nos espera. ¿Por qué? Porque
Frutos y semillas diferentes de los cuales nos alimentamos. De esa variedad que encontramos en la verdulería de la esquina. Las abejas son una de las piedras fundamentales de nuestra soberanía alimentaria
Hace dos años, en medio de nuestro compostaje, pusimos restos de zapallo con sus semillas. Nada. Por un tiempo. Nada por más tiempo. Una vecina nos contó que alguien le había dicho que por falta de abejas las cosechas no estaban prosperando. Tres días después, vimos una abeja en una flor del patio de casa. Mi hijo dijo “tengo una abeja en mi flor” en lenguaje de niño pequeño. Nosotros celebramos. Semanas después vimos un zapallo aparecer. No creció pero allí estaba, un bebé zapallo. No pudimos dejar de pensar en la relación de “tengo una abeja en mi flor” y la aparición del zapallo.