Este año, el Día del Medioambiente nos encuentra en plena pandemia. Una pandemia que comenzó por lo que sabemos hasta ahora, en un mercado en Wuhan, China, donde se venden animales vivos y muertos para consumo humano en condiciones bastante objetables. Un mercado en el que, sin importar si el animal está en peligro o no de extinción, las personas compraban diferentes especies sin ningún control y sin ninguna restricción legal real.
Este 2020 el Día del Medioambiente está dedicado a la biodiversidad, es decir, a la cantidad diferente de especies que encontramos en un ecosistema. Cuanta más diversidad, más capacidad tenemos todos de resistir eventos traumáticos como… una pandemia. Sí, la biodiversidad también juega un papel importante en evitar o disminuir la propagación de virus en el mundo.
¿Y cómo funciona eso?
Cuando tenemos un ecosistema al que no hemos afectado demasiado, una gran cantidad de especies convive, incluyendo patógenos. Pero estos patógenos están diluidos entre todas esas especies, distribuidos entre muchos. Esto se llama “efecto dilución”. Pero cuando el ecosistema se perturba y algunas de las especies desaparece o disminuye su número, otras especies pueden aumentar su número, aumentando así también la cantidad de patógenos gracias a que ahora hay más alimento para ellas. Esto ayuda a que surjan enfermedades como…sí, eso mismo, el COVID-19.
¿Y qué podemos hacer desde nuestro pequeño lugar?, ¿sirve de algo hacer nuestra pequeña contribución delante de todo el atropello que sufre la naturaleza por parte de grandes compañías y gobiernos del mundo?
Sí, siempre sirve. Porque como siempre decimos, si no sos parte de la solución, no seas parte del problema. El lema de este año es “La hora de la naturaleza”. Los servicios ambientales es todo eso que la naturaleza nos brinda y que usamos para vivir: desde la comida, el aire, materiales para construir nuestras casas, las playas que disfrutamos en vacaciones, es decir, todo eso que nos mantiene como comunidad. Este 2020 nos encuentra con una claro mensaje: las formas de producción y de consumo que nos sostiene como sociedad es insostenible. Seguir destruyendo nuestra biodiversidad, seguir andando en dirección a la propia autodestrucción no puede ser el camino. Este será, si así nos proponemos, un 5 de junio diferente.