En estos últimos días hemos visto con desesperación, horror e indignación el humo que cubría a la ciudad de Rosario. Un humo que proviene de la quema indiscriminada de suelos para “limpiarlos” entre muchas comillas, una práctica común (pero no recomendada) que se realiza antes de las plantaciones de cultivos extensivos como la soja o para plantar pastura para la ganadería.
Pero, ¿se puede hacer?
Sí y no. Existe una ley de 2009, la 26.562, llamada “Ley de presupuesto mínimos de protección ambiental para control de actividad de quema”. En ella se explicita que:
También habla de multas, controles y esas cosas que las leyes hablan. Lo importante es que se supone debería haber un control sobre estas quemas, control que como vemos en las noticias, es bastante nulo. La verdad es que la quema no debería ni ser una opción, pero eso ya lo discutimos en otra columna.
Muchas de estas quemas ocurren en humedales, como en el Delta en 2008.
¿Y por qué nos importa esto?
Porque los humedales nos brindan servicios y bienes ambientales invaluables. En palabras del licenciado en Ciencias Ambientales Julián Monkes, algunos de estos “[…] servicios y bienes son claves para el desarrollo de nuestra vida, como son la amortiguación de inundaciones, la absorción de carbono y la provisión de alimentos para la gente que lo habita [al mismo tiempo que estas prácticas] pone[n] en peligro a productores, flora y fauna, y afecta propiedades del suelo” (Texto completo AQUÍ).
Las quemas son un reflejo de nuestro pasado y presente como país que no comprende que el mundo cambió y nosotros también debemos cambiar. Que un país cuya economía se basa en el cultivo extensivo de unas pocas plantas y la exportación de ganado es también anacrónico. Y que si no apuntamos a prácticas agrosostenibles, no tenemos futuro.
Aquí en el Partido de la Costa tenemos Punta Rasa, humedal de importancia internacional. En febrero de este año, a 48 horas de celebrarse el Día Mundial de los Humedales, un incendió devoró 4 hectáreas de la reserva natural. Este no es el primer incendio ni será el último si no se toman las medidas correspondientes para preservar y cuidar a este humedal.
Punta Rasa y su estado actual así como el humo que los rosarinos están inhalando en estos últimos días, son un ejemplo más de cuáles son nuestras prioridades como país, como seres humanos, como habitantes de este planeta.