El solsticio de invierno se da en el momento en el que ocurre la noche más larga del año y por consecuencia, el día más corto. Este año ocurrió el día 20 de junio a las 6:43 de la tarde.
Para el pueblo mapuche, el solsticio de invierno es el comienzo de un año nuevo, el We Tripantu. El comienzo del invierno, o pukemngen que significa “tiempo de lluvias”, marcaba el período en el que las aguas enviadas por el espíritu del agua limpiaba la tierra, dándole fin al ciclo anterior y limpiando la tierra para el nuevo ciclo. Porque para los mapuches, el tiempo no es lineal sino cíclico.
Todo en la cosmovisión mapuche nos recuerda que la naturaleza y nosotros somos uno. La celebración del We Tripantu tiene lugar en una ruca, casa típica mapuche construida con su entrada hacia el este, desde donde controlaban el paso de las estaciones con la salida de cada sol. El fogón que siempre arde en el centro de la casa invita a otras familias a unirse a la celebración. Durante esta noche, las familias reunidas comerán y contarán historias, los más ancianos darán consejos a los niños y por la mañana, se recibirá el nuevo ciclo lavando el cuerpo en una corriente de agua para dejar atrás lo malo. Durante el siguiente día habrá juego, comida y ceremonias de agradecimiento.
El tiempo cíclico mapuche celebra la naturaleza y sus momentos. La respeta. La acompaña. La celebra. Nuestro año nuevo 2020 lo celebramos con el comienzo de una pandemia e incendios descontrolados en Australia y una Antártida registrando temperaturas máximas récord entre otros y lo acompañamos durante el resto del año con una Siberia a más de 35 grados, con un 2020 yendo a ser el año más cálidos registrados a pesar de que con el COVID-19 hubo una reducción de la actividad económica y en nuestro país, con los humedales ardiendo gracias a la codicia de unos pocos.
No podemos ser utópicos y pedir que volvamos a ser hombres y mujeres que viven en el mundo idílico que imaginamos vivían los mapuches antes de la conquista. Pero sí podemos comenzar a entender que el sistema productivo debe comenzar a cambiar y a tener en cuenta las consecuencias nefastas que tiene sobre nuestro ambiente. Qué producimos, cómo lo producimos y qué consumimos son preguntas claves para que nuestros próximos años nuevos no sean películas de terror.
Dejo las palabras de Elisa Loncón, lingüista y académica mapuche, que dan conclusión a su trabajo “Una aproximación al tiempo, el pensamiento filosófico y la lengua mapuche”.