El otro día miraba fotos de mis hijos. Sus primeros pasos fueron entre los médanos, pastizales y bosquecitos de Mar del Tuyú. Aprendieron a caminar mientras íbamos a la playa. Cuando sus pasos fueron más firmes, comenzamos con la exploración de la Reserva Natural e íbamos de la 89 a la 94, metiéndonos entre las plantas y buscando pajaritos. Una de las primeras palabras de mis hijos fueron “redonditas de agua” y “colita de conejo”, plantas que veíamos crecer en el fondo de casa o en la calle. Les encantaba pararse en un terreno baldío donde había varias cortaderas que crecían con ellos. Las compras para la bisa se hacían pasando por el bosquecito del óvalo en donde las colas de conejo crecen en cantidades industriales y ellos aman. Cuando tuve que hacer mi trabajo de campo para la facultad e identificar flora y fauna de la región, fueron ellos que caminaron conmigo por el arenal al final de Mar del Tuyú y con ellos nos sentábamos en el médanos entre la calle 71 y 72 para ver la luna salir mientras sacábamos fotos de las uñas de gato, insectos varios y rodaban por la arena.
Mis hijos cumplieron cuatro años hace unos días. En ese cortísimo tiempo de vida, perdieron gran parte de ese entorno natural que los vio dar sus primeros pasos. Hoy ese médano que los vio aprender a andar y donde jugaban ya no está. El bosquecito que está en el óvalo de Mar del Tuyú está en venta, un lugar donde mi hermana y yo jugábamos de chicas, donde llevé a un amigo inglés fotógrafo para que conociera ese hermoso lugar, por el cual pasábamos con mis hijos a ver colas de conejo. El otro bosquecito a poco metros de allí lleno de pinos mis hijos nunca lo conocieron. Desde hace dos años en un bloque gris de departamentos amuchados unos con otros pegado a otras construcciones sin mucha lógica urbanística. Frente al muelle había un espacio en medio de la costanera en el que nos sentábamos a tomar mate. Sin entender cómo ese espacio fue vendido hace poquitos años y un conjunto de doce departamentos fue construido sin miramientos, a menos de 100 metros de la franja medanosa, en medio de la avenida costanera. Algunos de los pastizales que mis hijos recorrían hace menos de dos años ya son futuras construcciones de…más departamentos. El arenal donde íbamos a ver plantas está cada día más destruido gracias a la permisividad que se les da a las personas de andar con sus cuatriciclos por allí como si fuera un circuito privado de carreras. Cada vez es más difícil encontrar lo que ellos veían hace cuatro años.
Dije cuatro años. Solo cuatro años. ¿Qué les va a quedar cuando tengan mi edad? ¿Podrán disfrutar de nuestras costas con sus hijos el día de mañana?
No se trata de mantener la región impoluta, conservada para nuestra propia admiración y placer. Se trata de comprendernos dentro del ambiente e implementar políticas ambientales que nos permitan crecer de forma sostenible. El artículo 41 de la Constitución Nacional es muy claro al respecto:
Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo.
Art. 41. Constitución Nacional.
La forma como entendemos actividades productivas es esencial para mejorar nuestra relación con el ambiente que nos rodea. La superexplotación del territorio costero con fines turísticos fue el paradigma que nos conformó como destino de sol y playa por excelencia hace más de medio siglo. Hoy entendemos los problemas que esto nos causó. Entonces ¿por qué seguimos pensando de la misma forma, explotando nuestros recursos de igual manera y empeorando la situación en la que estamos?
Porque es fácil. Porque es dinero rápido. Porque no implican acciones a largo plazo. Porque no les interesa de verdad hacer el esfuerzo de cambiar las cosas.
Estas columnas que escribo son también diarios para mis hijos. Para que sepan que sí hay personas que toman el camino difícil. Que no les importa más el dinero que el futuro. Que entienden que esto no es de un día para el otro; que es una lucha larga y permanente. Que es una lucha que van a heredar. Que no somos neutrales.