Es mediocre, no hay vuelta que darle. Es un equipo mediocre. A nadie que sea hincha de Chacarita debiera sorprender o molestar esta apreciación. Tiene un técnico mediocre y algunos jugadores que lo acompañan.
El 11 fue el mismo que venía de igualar 1 a 1 ante el Estudiantes cordobés. Sin un punto, sin una coma distinta.
Poco que mostrar
El primer tiempo fue de ida y vuelta desde medialuna del área a medialuna del área. Pero con un Gallegos totalmente desentendido del partido, pivoteando de a ratos una pelota al compañero y esperando recibir siempre en el lugar. Con Ibáñez irregular en igual medida y con Temperley intentando generar con Baldunciel como eje. Realmente, salvo un cabezazo que fue a las manos de Tripodi y algún centro que pudo ser más peligroso para el arco visitante, pasó poco.
El momento “Chacarita” del partido
La segunda mitad comenzó con Baiardino (de una entrega superlativa) por Robledo que estaba amonestado, con lo que presuponíamos un equipo un poco más ofensivo. NADA QUE VER. El técnico volvió a improvisar una línea de 3/5 con Centurión como líbero y Silcan junto a Mazur de stoppers. Nada bueno podía ocurrir: en una jugada de otro partido, el 11 visitante colgó un pelotazo en el ángulo derecho de Trípodi. Bang bang, estás liquidado, diría Patricio Rey. Para colmo de males, Nieto va a disputar una pelota con las dos piernas para adelante y mete una murra de novela para dejarnos con 10.
Pero como no habíamos usado nuestro milagro de hoy, una pelota sobre la banda derecha para Vega, que con un centro (pasado) al primer palo encontró a Fergonzi quien luchó hasta con las leyes de la física pero venció al marcador y sorprendió a Crivelli para empatar a los CUARENTA Y DOS DEL SEGUNDO TIEMPO.
Demasiado tentamos a nuestra suerte con los HORRIBLES cambios de Aldirico que podía pasar lo que terminó sucediendo.
LATERAL MAL SACADO (LA PUTA QUE LO PARIÓ) de Mazur, que ni siquiera atinó a ocupar el espacio. Cambio de frente, 2vs1 contra Silcan por banda izquierda, remate cruzado y 1-2 final.
Línea de 5 inservible porque no frena nada, un 5 que le cuesta marcar y jugar, un 9 que no se mueve para recibir la pelota. Jugadores en el banco que ingresan y al menos muestran más ganas que los titulares, un técnico que el único gesto de contrariedad ante lo mal que juega el equipo es agarrarse la sien como si le doliera la cabeza.
La realidad supera cualquier expectativa y nos duele porque somos hinchas desde el corazón pero ya no nos sorprende. Habrá que barajar, dar de nuevo y cambiar la imagen en Mendoza. Ya no hay tiempo de lamentos.