En 1963, el Real Madrid se hallaba en Venezuela disputando la Pequeña Copa del Mundo de Clubes, teniendo como estrella a Alfredo Di Stéfano.
El 26 de agosto, dos supuestos policías se presentaron en el hotel donde se encontraba alojado el equipo español en la ciudad de Caracas e invitaron a Di Stéfano a la comisaría con la excusa de hacer un trámite, ya que supuestamente alguien con el mismo nombre del futbolista argentino estaba involucrado en un caso de tráfico de estupefacientes. Dentro del vehículo, le informaron al jugador que todo era un secuestro orquestado por las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). La captura duró 72 horas, el argentino pasó su tiempo jugando ajedrez y dominó, sus secuestradores más tarde afirmaron que Di Stéfano nunca temió por su vida.
Todo terminó cuando el jugador fue dejado a 100 metros de la embajada española en la capital venezolana y sin ninguna exigencia por su liberación.
Años después, Paúl del Río, uno de los que dirigió la operación, dio a conocer que el objetivo del secuestro era llamar la atención internacional y hacer notar la situación venezolana de la época.