Chacarita derrotó 2 a 1 a Deportivo Maipú, resultado que lo coloca en el segundo lugar de las posiciones, a tan sólo una unidad del puntero, Independiente Rivadavia. Los goles fueron anotados por Ricardo Blanco y Luciano Giménez. El gran marco y el aliento del público presente en San Martín hicieron su parte en la importante victoria.
Por Gustavo Calle
Pasan las horas y el convencimiento inicial se torna cada vez más certero e incontrastable. El botín zurdo de Luciano Giménez, pasada la media hora del segundo tiempo, llevaba atado a la multitud que colmó las tribunas y las plateas. Y así el disparo pasó entre las piernas del golero y el lateral izquierdo de la visita, se estrelló en el palo y se anidó en el fondo de la red desbordando cualquier intento de obstaculizar el gol del triunfo. Grito del Tanque, a quien algunos endilgan una discutible ineficacia goleadora (lleva cinco tantos propios en el certamen). Desde un ángulo sesgado, difícil, pero con la prestante colaboración de la gente que no se cansó de alentar durante los 90 minutos y que incluso, después del pitazo final del árbitro (de mal desempeño, no cobrando penal ante una mano grosera de un defensor mendocino, por ejemplo, cuando el encuentro aún estaba empatado en uno) se mantuvo incólume hasta la disfonía como no queriendo que este domingo terminara.
Antes, claro, hubo un partido de fútbol, con buenas propuestas de ambos lados, aunque a esta altura poco importe. Vale destacar que Deportivo Maipú es un buen equipo; quizá, uno de los mejores de la zona B. Con jugadores que tienen en claro su idea e intentan plasmarla en el campo de juego. El experimentado y conversador de más Sambueza y el autor del gol, Herrera, son sus baluartes. Al menos, característica que dejaron entrever en la tarde de San Martín. A todo esto, Chaca jugó a lo Chaca. Como el partido demandaba. Jamás boicoteando su línea de juego, a pesar de los errores lógicos de siempre a los que se expone el equipo. Prueba de ello, el gol de los visitantes. Dos fallas seguidas en anticipos (Zanini y Lettieri), faltando cinco minutos para el cierre de la primera parte, después de un pelotazo del arquero rival que volvió a encontrar a la faz defensiva de los de Biggeri abierta y descuidada.
Algunos, seguramente, se aferrarán a ese concepto endeble de que Chaca ganó algo más que tres puntos. Descreo de tal posibilidad, porque hasta sería inocente abjurar de la exactitud de las matemáticas. En todos los partidos en que se triunfa se suman las mismas unidades. Sean Real Madrid o un equipo amateur el que esté enfrente. Lo que cambia es lo trascendental de estos puntos anexados a favor. Porque Maipú es, junto a Chaca e Independiente Rivadavia, uno de los que está encaramado en las posiciones de privilegio. Además, claro está, de mostrar sus atributos futbolísticos que sostienen y refrendan lo logrado.
Párrafo aparte merece el golazo conseguido por Ricky Blanco, para abrir el marcador. Zurdazo inapelable, que se coló junto al palo izquierdo del seguro arquero del conjunto cuyano. Aunque para arribar a este feliz colofón no se puede soslayar la acción que queda obnubilada por el gol: una gran parte del festejo se debe a una enorme recuperación previa de Álvaro Cuello (el futbolista más pensante del plantel).
Importante victoria en un duelo trascendental, pero no determinante. El próximo domingo habrá que afrontar otro de similares características: en Mendoza, ante el líder. Por lo pronto, bien vale seguir disfrutando de esta alegría. Mucho más, teniendo en cuenta las muy pocas vividas en los últimos años. Y también sentirse parte indisoluble de ésta. Porque el hincha funebrero rompe todas las examplas futboleras. Incluso, la que hasta hoy, después del Maracanazo uruguayo en la Copa del Mundo de Brasil 1950, esgrimió el Negro Jefe, Obdulio Jacinto Varela. Sencillamente, porque en Chaca, “los de afuera no son de palo”.
CLAVES DEL PARTIDO
*Zanini, siempre Zanini. Otra vez el central fue una de las figuras excluyentes del equipo. Con el paso de los partidos se convirtió en pieza fundamental. Gana de arriba y abajo, ordena, empuja y, sobre todo, casi siempre es salida clara.
*Correa. El arquero apareció en momentos trascendentales. Brindó confianza a sus compañeros y manejó los tiempos del partido en los últimos minutos, cuando el buen equipo mendocino atacaba en busca del empate.
*Giménez. El Tanque es uno de los bastiones del trabajo en equipo. El más solidario con sus compañeros. Se mueve por todo el frente de ataque desgastando a los marcadores centrales rivales. Marcó el gol del triunfo con un zurdazo rasante y furibundo. Lamentablemente llegó a la quinta amarilla y no estará presente en Mendoza, ante el puntero.
*Biggeri. Nunca traiciona la idea y el estilo de juego que le imprimió al equipo desde el inicio del torneo. Es coherente con su proyecto manteniendo una base titular, a pesar de ciertos altibajos en algunos jugadores. Ante Maipú entendió muy bien el partido y en el segundo tiempo hizo ingresar a Nicolás Gómez –de muy buena actuación- por el lesionado Coquito Rodríguez, para tener más presencia en el mediocampo y no dejar que los volantes visitantes siguieran prevaleciendo en ese sector.
*La gente. Como los jugadores y el cuerpo técnico, también entendió lo trascendental del partido. Hizo sentir, como marca la historia de Chaca, la importancia no sólo del estadio, sino la identidad con el lugar geográfico y el club. Con un aliento incesante y ensordecedor pareció volver inexpugnable la localía. La excepción a la sentencia de Obdulio Varela, cuando el Maracanazo del 50: en Chaca “los de afuera (que parecen más de adentro) no son de palo”.