Somos, culturalmente, el más fiel representante del conurbano pauperizado, del peronismo y el gremialismo sospechado. Es decir, un contaminado sumidero en que el verticalismo fluye en su pletórico estado de corrupción y mediocridad.
Por Gustavo Calle
Decir que Chacarita es una sociedad de fomento es falta a la verdad y absoluto irrespeto a esa figura social. Con actividades tercerizadas y concesionadas. Con dos barras bravas, que hasta pasean un muerto (su muerto) por la cancha con la anuencia del presidente Néstor Di Pierro. Un estadio a medio terminar en deplorables condiciones (al menos estéticas). Un plantel de futbolistas abatido, mal conformado y mediocre (aunque mucho menos que los dirigentes). Con medios partidarios obsecuentes y vulgares. Con una Subcomisión de Socios cuyos integrantes (con una tal Alicia Cubelli a la cabeza) se enfadan porque el hincha no se asocia; y ante esta situación, agreden, insultan y amedrentan a quienes asoman críticas por este ahora. ¿Ventas? de jugadores, cuyo dinero no se sabe dónde está o en qué cuenta bancaria fue depositado. Deudas que son siempre las mismas, a pesar de pedir (casi exigir) colaboración social para atenuarlas o saldarlas. Un allegado a la directiva (y a la anterior de la anterior) que organiza una “Pizza Party” en el mismísimo banco de suplentes, con los jugadores sustitutos y el cuerpo técnico en pleno partido oficial (encuentro ante Arsenal, en San Martín). Un presidente que –además de no pronunciar una sola “s” y ser un megalómano orador de sospechado sindicato- amenaza con abdicar a su mandato demostrando un articulado enojo rayano con la matonería. Otro allegado, apodado “Mono”-sin cargo especifico en esta comisión-, ligado a la politiquería barata (justicialismo) y a los gobiernos provincial y municipal, que fue parte de la gestión de Pueblo Funebrero y que aparece en cada imagen proselitista y propagandística del club. Claro, con sus obedientes y mecanizados dos dedos en “V”. De victoria, al menos nuestra, indefectiblemente no. Una sede social (sector Federico Lacroze) de la que se jactaron “haber recuperado” y que ni siquiera en su fachada muestra los tres colores que nos identifican. Un ascenso, el de 2023, vendido o regalado por los directivos enemigos internos, vaya a saber por qué negociados con la AFA y demás entes de poder. Un equipo, el de hoy, que deambula por los últimos lugares de las posiciones, muy cerca de los puestos de descenso. Jugadores lesionados continuamente: algunos, de gravedad; otros, de quienes se desconoce en qué situación contractual se encuentran (Cocimano, Beltramone, Chocobar, Domke, Cardozo). Divisiones formativas e infantiles a la deriva, sin proyecto serio; ni siquiera, informal. Inexistencia de una Subcomisión de Fútbol. Polideportivo “cedido” a los barras, al igual que los puestos de venta en el estadio. Construcción de una supuesta platea, de la que se desconoce si la obra fue adjudicada a una empresa, sindicato o a un grupo de religiosos evangelistas.
Más de 50 años –los últimos- en ineluctable decadencia. Con dirigencias de todos los sectores, que representan lo mismo. Chacarita es un museo de reiteradas y conocidas novedades. Se rifaron ascensos, somos el hazmerreír del fútbol argentino y como si fuese poco, un club manipulado por una camorra de sindicalistas y sus brazos armados (barrabravas).
Parece -y es imperdonable- que este club acunado en un local socialista, haya culminado conformándose en una unidad básica. Ni figuras aborrecibles como Hugo Moyano con su nefasta proverbial prosapia, Saúl Ubaldini o José Rucci lo hubiesen podido lograr. Y eso que también, como Néstor Di Pierro, se comen o se comieron las “s” y recaudan y recaudaron para la corona y la propia.
¿Que perdimos 4 a 0 en San Juan, brindando una imagen futbolística triste? Qué importa, aunque los cuyanos hayan sido un camión de la economía popular, pero de verdad: nos hicieron precio. Las derrotas y las imágenes penosas en un campo de juego son una evidente correspondencia con la causa. Y esta última está demás volver a citarla. Quiero decir, entonces, que si uno juega al fútbol como acrítico y cegado afiliado es porque el secretariado general maneja una unidad básica llamada Chacarita Juniors.
Afíliese por 12 mil pesos mensuales que serán descontados de su angustia consuetudinaria y disfrute viendo disfrutar a sus dirigentes.