Ayer durante las sextas jornadas anuales de investigación promovidas por la Universidad Atlántida Argentina en forma virtual, los que asistimos pudimos disfrutar de una hora de charla sobre trabajos realizados que apuntaban a: entender mejor nuestra región, comprender por qué estamos como estamos y ver qué podemos hacer para mejorar nuestra situación.
Todas las charlas tuvieron un eje en común: el uso público y privado del espacio costero. Y en esto se habló de los barrios privados y la necesidad de repensar las formas de ordenamiento territorial.
Cuando pensamos en el Partido de la Costa, pensamos en playas de dunas donde una gran cantidad de turistas provenientes de Capital Federal y conourbano vienen a usufructuar de las bellezas naturales que le ofrece la región. Un lugar donde el turismo nos moldea, nos arma y desarma de acuerdo a los avatares de la economía del país. Ayer se hablaba de que cuando pensamos el territorio, nos olvidamos muchas veces de tener en cuenta algo tan importante y esencial como el capital, el dinero, el principal reconfigurador del territorio en palabras de uno de los expositores.
¿Qué significa esto en palabras simples para nosotros en esta columna?
Que no es solo pensar en el ambiente como lo natural sino que siempre debemos pensarlo como lo que es: un enmarañado de relaciones en las que el hombre y el sistema económico en el que está inmerso, tienen un peso enorme a la hora de hablar de sostenibilidad.
En la charla se mencionaban los barrios privados y cómo el Partido de la Costa se ve envuelto en un doble discurso: es la playa popular, la playa de las clases medias y no tan medias, es el balneario más cercano a Capital y Gran Buenos Aires y son las playas más de nosotros, a las que venían nuestro abuelos, donde pasaron sus vacaciones nuestros padres. Pero… en los últimos años convivimos con otro discurso: el de la exclusividad, el de “es posible disfrutar de la naturaleza…pero es más caro” y el de “venga a disfrutar de médanos y playas con tranquilidad al norte de Pinamar” (no al sur del Partido de la Costa porque… bueno, no es la imagen correcta).

No es posible planificar correctamente un territorio y repensarnos si no incluimos los intereses del capitales privados, de los emprendimientos inmobiliarios que buscan privatizar lo público, de municipios que no se paran contra esto y dicen no a cerrar y excluir. Porque si queremos ser un municipio que apunte a la sostenibilidad debemos cuestionarnos ¿qué tipo de turismo estamos ofreciendo ahora si por un lado damos playas amplias, cerradas, limpias, con naturaleza para un sector exclusivo y para el otro turismo que no viene a un pseudo-Pinamar damos playas abarrotadas, sucias y erosionadas ?
Si no nos preocupamos por cómo la exclusión afecta a nuestras playas, a nuestra configuración territorial, si no nos cuestionamos hasta qué punto sirve hacer campañas de limpieza de playa sin cuestionar a quienes ponen el dinero para hacer de la naturaleza un lugar para unos pocos, las cosas no van a cambiar mucho.