[dropcap]N[/dropcap]o importa cuánto nos bombardeen con informaciones sobre el cuidado del medioambiente y la importancia de considerarlo indispensable para la vida como la conocemos. No importa cuánto nos digan los especialistas que esto o aquello no se hace; siempre vamos a hacer lo contrario. No interesa las mil y una formas que la naturaleza nos avise que estamos haciendo desastres; los vamos a seguir haciendo. Pero no está mal volver a insistir en explicar por qué está mal construir sobre los médanos. Es que parece que no queda claro para algunos.
Vamos entonces a realizar una pequeña ilustración bien didáctica sobre por qué no debemos construir sobre los médanos.
Las dunas o médanos costeros conforman un ecosistema particular que no se encuentra en ningún otro lado del mundo; es decir, solo podemos tenerlos aquí y ahora porque el mundo se formó así. Tardaron miles de años en ser tan particulares y mantener la estructura que los mantuvo de esta manera. Entonces, ¿por qué pensamos que continuar edificando sobre ellos no va a traer consecuencias?
¿Qué pasa cuando se construye sobre médanos?
Cada vez que se construye sobre un médano, se altera aún más la dinámica del sistema de dunas. Pensémoslo así: imaginen que juntan arena en un baldecito y van haciendo una línea larga en el suelo con esa arena. La arena no se va a acomodar igual en todos lados; en algunas parte habrá montañitas, en otras será más liso e imaginemos que uno de los bordes de esa línea es la playa. Estos son los médanos. Si echamos un poco de agua en el borde llamado playa, vamos a “perder” arena de los médanos y playa, que se diluirá. Una vez seca esta arena, si soplamos fuerte hacia lo que llamamos de médanos, haremos que esos granitos de arena vayan de un lado para otro, rearmando montañitas, armando otras y trasladando arena al borde que llamamos playa. Es el viento (y también las olas) que hace su trabajo. Este constante ir y venir de granos de arena son los que permiten que se mantenga el equilibrio entre playa y mar: luego de, por ejemplo, una tormenta, el mar y el viento reponen arena de la playa y médanos en ese constante ir y venir. Cuando construimos sobre un médanos, esa dinámica se interrumpe: no se repone la arena, generando mayor erosión costera, mayor degradación de los médanos y no solo perdemos playa, perdemos la protección de la barrera medanosa ante fenómenos naturales como las sudestadas.
Hace poco tiempo, la presión popular logró frenar la construcción de un nuevo balneario de la familia Caprari: la conciencia social es el arma más importante de los pueblos.
Sigamos con el ejemplo de la línea; imaginémonos ahora que hay un camino de bichitos andando por las montañitas. Y que en las montañitas, hay algunos pastos de los cuales los bichitos se alimentan y protegen del calor y de otros bichitos que los quieren comer. es la flora y fauna nativa. Ahora, pisemos en dos sectores de nuestra línea, interrumpiendo el andar de los bichitos, destruyendo los pastos de ese sector e interfiriendo una vez más con la dinámica de las dunas costeras. Lo que vamos a ver es que nuestra línea queda separada en sectores: donde están nuestras pisadas y donde no están. Esto se llama fragmentación de hábitats. Un hábitat forma parte de un ecosistema completo; si lo fragmentamos, las especies tienen menos chances de sobrevivir dependiendo su capacidad de resiliencia, es decir, la capacidad que tienen de absorber perturbaciones o cambios en su vida diaria. Si no la tienen o es muy baja, podemos hablar de extinción. Construir sobre el médano puede llevar a la pérdida de biodiversidad.

Podemos seguir con el ejemplo de la línea y explicar también las cuestiones de las inundaciones pero ya lo hemos hecho anteriormente y además, creemos que la pérdida de biodiversidad debería ser suficiente para parar las construcciones. Pero si eso no te convence, pensá que si destruimos los médanos, nunca nadie más podrá disfrutar una mezcla de dunas y pastizales pampeanos como lo hacemos hoy. Nadie verá jamás esa mezcla de pampa y mar que nos gusta tanto porque no existe en otro lugar.
Independientemente de las banderas políticas que cada uno tenga, la cuestión de la degradación del medioambiente costero debería superar cualquier disputa e interés. Por una vez dejémonos de discusiones mezquinas y salvemos los médanos costeros.