La Argentina es un país Boca-River, unitarios-federales, peronistas o gorilas, etc. No hubo un gobierno que no viviera la triste dicotomía de estar de uno u otro lado y de gente que se peleara por cada lado elegido. Y a pesar de las diferencias que supuestamente podemos encontrar en este o aquel gobierno, hay algo en lo que todos coincidieron: ninguno hizo gran cosa por el medioambiente. Pudieron existir acuerdos, compromisos e incluso modificaciones a nuestra Constitución pero todo quedo allí, en el papel.
Entonces, ¿qué nos espera con el próximo presidente en un momento donde el mundo entero está con los ojos puestos en chicas como Greta o genuinamente preocupado por el cambio climático?
Lo que nos esperan son muchos desafíos, pero principalmente, cumplir con lo ya pactado.
Dos de los temas que a mi parecer son absolutamente relevantes en nuestro país es el impacto que tiene el agronegocio sobre nuestros ambientes naturales y el otro, también referido al tema, es el uso de agroquímicos.
En el primer caso, el terrible manejo del suelo en nuestro país para favorecer a unos pocos nos está llevando a la extinción de especies nativas. El yaguareté es una de ellas. El desmonte, la deforestación, la pérdida de pastizales y humedales hacen que nuestro suelo, algún vez tan fértil, se transforme a la larga en tierra muerta. “Somos un país agroganadero” dirá alguno con nostalgia de la época en la que nos decían el granero del mundo. Sí, y se puede seguir siéndolo. Pero bien. Si nuestra Constitución dice en su artículo 41 que todos tenemos derecho a un ambiente sano y que estamos obligados a cuidarlo para las generaciones futuras, entonces ¿qué estamos haciendo con nuestros bosques, con nuestros animales. con nuestro futuro? Existen formas de continuar explotando nuestros ambientes naturales de formas sostenibles y acordes a los nuevos tiempos. Pero probablemente no se ganaría tanto en tan poco tiempo. El nuevo presidente deberá prestar atención a este tema porque en 4 años mucho puede pasar. Especies se pueden extinguir. Biomas enteros pueden desaparecer. Y todo porque algunos señores quieren exportar soja a precio dólar.

El segundo tema importantísimo son los agroquímicos. Sabemos por noticias que los dueños de campos no respetan las distancias establecidas para realizar la aplicación aérea de agroquímicos. Sabemos que varias escuelas tuvieron que ser desalojadas después que aviones las rociaran con su veneno. Sabemos que a nuestras mesas llegan frutas, verduras y legumbres insalubres de la cantidad de pesticidas que tienen. Sabemos todos eso. Y sin embargo, ningún gobierno se enfrenta a los que según ellos, sostienen al país con sus negocios. Este es un gran desafío para el próximo presidente: regular la aplicación de agroquímicos y que estas regulaciones sean implementadas de acuerdo a cada localidad.

Para quienes hoy estamos en una situación económica delicada, todo esto parece ser algo lejano a nuestra realidad. Lo más importante sería que el próximo presidente se ocupe de la economía, de revertir el problemón en el que se ha convertido nuestro país. Sin embargo, la cuestión ambiental afecta a todas las esferas de nuestra realidad: social, económica y cultural. Sin nuestros biomas, modificamos un ecosistema completo. Modificamos los ciclos de lluvia. Modificamos la tierra. Mueren cultivos. O nunca crecen. Falta comida. Esta encarece. Llegan a las góndolas con precios que solo algunos pueden pagar. Se modifican nuestros hábitos de consumo. Comemos menos de aquello que esta caro y no lo sustituimos como corresponde porque no somos nutricionistas. Nos enfermamos. Los medicamentos hay que pagarlos. Con menos dinero, salir al cine o al teatro es un sueño imposible. Y así, nuestra vida cambió por completo porque no nos pusimos firmes con un asunto que nos parecía tan lejano.