[dropcap]E[/dropcap]n la columna anterior contábamos que la región del Partido de la Costa, que incluía a General Lavalle, era considerada una región hostil y poco productiva. Con excepción del puerto de General Lavalle, el resto del territorio era el fondo de las inmensas estancias de unas pocas familias terratenientes. Pero todo cambia con la crisis del modelo agroexportador sumado a la transformación social y cultural que el país comienza a vivir. Se consolida el modelo económico en torno a la industrialización y el mercado interno en detrimento del modelo agroexportador que favorecía a estas pocas familias y aumentan los trabajadores urbanos en actividad. Estos a su vez, ven ampliados sus derechos laborales como el derecho a las vacaciones así como también aumenta su capacidad de consumo.
Repensando la región
Todo esto obliga a los dueños de los terrenos improductivos a repensar la región como un espacio para explotación con fines turísticos a partir del loteo de sus tierras. ¿Los dueños? Veamos el plano catastral de General Lavalle fechado en 1936. ¿Cuántas familias poseían los terrenos del Partido de la Costa? Tres: Leloir, Duhau y Cobo. Utilizando la Ley Provincial de 1913, conocida como “Ley sobre fundación de nuevos centros de población”, los herederos de la familia Leloir, (sí, la familia de un señor muy conocido que ganó el premio Nobel de Química) dueñas de las tierras que hoy ocupa San Clemente del Tuyú, obtienen en 1936 el permiso de la Dirección de Geodesia y Catastro para la futura urbanización de este territorio a partir de la subdivisión y loteo del mismo.

Es importante comentar que la ley de 1913 no tenía en cuenta las condiciones particulares de los terrenos a ser urbanizados, es decir, el costo ambiental de esta urbanización. Los únicos requisitos para fundar pueblos eran entre otros, que contara con agua potable y se cedieran tierras para uso público como para construir iglesias o crear una plaza. Otra de las exigencias de esta ley era, que estas subdivisiones contemplaran terrenos para quintas y chacras destinadas a trabajadores permanentes que pudieran abastecer los pueblos a ser fundados. Esto explica la localización de la población residente en sectores alejados de las playa; los terrenos cercanos a la costa fueron subdivididos y loteados para fines turísticos mientras que los alejados, fueron vendidos para su ocupación permanente. En el caso del Partido de la Costa, estos terrenos para residentes fueron ubicados en lotes en los fondos opuestos al mar y fueron adquiridos en su mayoría por trabajadores permanentes por un menor precio. Los habitantes de esta zona alejada de la playa formarían barrios de población estable y construirían sus hogares en tierras bajas y anegadizas y que hasta hoy no cuentan con servicios que sí están presentes en las zonas céntricas de los balnearios.
Este es el origen de barrios como Villa Clelia en Mar de Ajó, por ejemplo. El barrio, hasta el día de hoy, tiene serios problemas en relación a servicios básicos como los de red cloacal, agua potable y gas natural, al mismo tiempo que sufre de constantes inundaciones. Villa Clelia está localizada en estos terrenos alejados del mar, que se inundan fácilmente y que no han sido correctamente urbanizados porque no era redituable hacerlo: redituable era urbanizar correctamente los terrenos cercanos al mar.
Se fundan otros balnearios
Luego del loteo de los terrenos de la familia Leloir que conformarían San Clemente del Tuyú, le siguió la fundación de Mar de Ajó después de realizado el loteo y remate de las tierras de la familia Cobo en 1935. El siguiente balneario fue San Bernardo a partir de la adquisición de 114 has. de tierras de la familia Duhau en 1939 y en 1945, Arturo de Elías adquiere otras tierras de la misma familia, fundando Mar del Tuyú y rematando los primeros lotes en 1946. Ese mismo año, el abogado Lázaro Freindenberg, adquiere los terrenos que se situaban entre el alambrado de los campos de la familia Leloir y los de la estancia San Bernardo de la familia Duhau, ambos ya loteados en años anteriores.La urbanización de los terrenos que hoy ocupan estos balnearios, se realizó a partir de la necesidad de una demanda cada vez mayor de espacios para el veraneo. En su afán por modificar el ambiente natural, los pioneros no se detuvieron para conocer más y mejor las condiciones del medio natural sino que las consideraron obstáculos para superar, modificar y de esta forma, “despampeanizar” el paisaje monótono de las playas bonaerenses.
El Ingeniero José Fernández (en Dadon, op.cit.), quien realizó los planos del futuro balneario San Clemente del Tuyú, escribe en 1936:
“[…] apartándome deliberadamente de la norma seguida para el estudio de los planos de las ciudades balnearias más recientes, tanto argentinas como uruguayas, vale decir, del clásico trazado en damero interrumpido por una que otra diagonal. Este tipo de trazado que adolece de graves deficiencias […] está especialmente contraindicado para las extensas playas de Ajó, cuyas costas carecen de accidentes naturales que pudieran contribuir a atenuar la monotonía, que es su principal defecto”.
Una de las características de la región era la presencia de médanos móviles que impedían edificar los tan deseados balnearios. La solución fue fijarlos a través de la forestación, nivelarlos, quitarlos y/o urbanizarlos, lo que tendría como consecuencia la alteración de la dinámica sedimentaria costera y la aceleración de los procesos erosivos por déficit de arena, exponiendo las playas a la acción destructivas de las tormentas. Sumado a esto, se privilegió el lucro por sobre el entorno natural, maximizando la posibilidad de vender lotes cercanos a la playa demarcando como terrenos públicos o cedidos al fisco, aquellos que se encontraban alejados de la misma. Esto permitió que el espacio entre el frente costero y las edificaciones fuera mínimo, con consecuencias ambientales futuras. De esta forma, los balnearios fueron construyéndose en detrimento del medioambiente y a favor de la especulación inmobiliaria.
En 1978, dice Freidenberg, fundador del balneario de Santa Teresita:
“El aspecto de mi campo de acción era aterrador. Me movía entre vivos de varios metros de altura, los cuales a su vez se movían según la dirección de los vientos, y entre cañadones al fondo de la fracción. […] Otro punto discutible era el de los médanos, es decir si convenía dejarlos como estaban, fijándolos, o si era preferible aplanarlos y fijarlos luego. La gente les tenía temor, pues aquellos médanos pelados y movedizos, en un solo día de viento tapaban una casa, como se había visto en San Clemente […]. Optamos por desmontarlos completamente, fijar el suelo de arena y, luego de hacer las calles, forestar”.
Así, se comenzaba a conformar el Partido de la Costa que conocemos hoy. Será la democratización del descanso el golpe final para el medioambiente costero.
Bibliografía (y más información):
- Bertoncello, R. (1992). Configuración socio-espacial de los balnearios del Partido de La Costa – Provincia de Buenos Aires. Editorial EUDEBA. Argentina.
- Freidenberg, L. (1978). Entre barriales y médanos. Cómo nació el balneario “Santa Teresita”. Buenos Aires.
- Juárez, V. y Mantobani, J.M. (2006). La costa bonaerense: un territorio particular. En: Isla, F. y Lasta, C. (comps.). (2006). Manual de manejo costero para la provincia de Buenos Aires. Mar del Plata, UNMdP.
- Lasta, C. et al. (2010). Estrategia de fijación de dunas costeras: evaluación metodológica y económica en el Partido de la Costa. En: Isla, F. y Lasta, C. (comps.). (2010). Manual de manejo de barreras medanosas de la provincia de Buenos Aires. Mar del Plata, UNMdP.