En la columna anterior comentamos que la región que ocupa actualmente el Partido de la Costa era muy poco atractiva para los gobernantes de fines del siglo XIX, principio del XX.
Pero, ¿por qué?
El motivo es simple: el modelo económico adoptado por la Argentina a partir de la segunda mitad del siglo XIX hasta la década del 30 del siguiente siglo . Durante este período, Argentina entra en la reorganización del mercado mundial como exportadora de alimentos y materias primas y consumidoras de las manufacturas vendidas por los países que llamaríamos hoy del primer mundo; al mismo tiempo, las oligarquías terratenientes expanden sus posesiones apropiándose de grandes parcelas de tierra para fomentar la industria agropecuaria. Se busca construir nuevos pueblos, extender las líneas del ferrocarril y levantar puertos hacia las zonas aptas para el cultivo y el ganado, pues ésta era la forma en la que se entendía que un país se desarrollaría, siendo la Pampa Húmeda uno de los lugares predilectos para esta expansión agropecuaria. Una ley de 1870, la Ley de Ejidos, buscaba promover este llamado desarrollo estableciendo directrices acerca de cómo y dónde debían erigirse estos nuevos pueblos: debían encontrarse a corta distancia de caminos, líneas férreas, centros de población mayores o puertos; no existiendo estos requisitos, la fundación de un pueblo no era considerada por las autoridades.

Con nuestra región sucedía exactamente eso: no cumplía con los requisitos esperados. Pese a que sus playas poseen pendientes suaves, y su clima es más benevolente en comparación con otros balnearios de la costa bonaerense, estas tierras están situadas en la Pampa Deprimida y poseen 80% de la superficie cubierta por pastizales naturales. Además, no presentan un sistema de drenaje desarrollado y son recurrentes las inundaciones a fines de invierno y durante la primavera así como también, son frecuentes las sequías en verano. Al mismo tiempo, la salinidad y la baja fertilidad de los suelos resultan poco aptos para la agricultura . Si para los gobernantes de fines del siglo XIX, el motor del progreso era la agricultura y la ganadería, los puertos, las líneas férreas y los caminos, estos terrenos eran decididamente los peores para estos emprendimiento. Poco aptos para la agricultura o ganadería debido a sus constantes anegamientos o sequías, estaban rodeado de médanos, sus aguas eran poco profundas para la construcción de puertos – y los consecuentes pueblos costeros que de allí surgirían- y se creía que jamás llegarían trenes a esas regiones por su poco atractivo económico. El nombre dado a la región en 1839 (que también incluía a General Lavalle) era Rincón de Ajó, cuya palabra en guaraní significa “blando” o “pisar fofo” en referencia a su terreno pantanoso.
Para visualizar un poco más cómo esta generación de gobernantes veía a las tierras costeras, basta leer las palabras del senador José Hernández, en 1882. Y sí, es ese José Hernández, el del Martín Fierro:
“No es un misterio para la provincia, que en la inmensa extensión marítima desde Buenos Aires a Bahía Blanca no hay ningún punto a donde haya podido fundarse un pueblo. ¿Por qué? Porque nuestras costas son inaccesibles como costas marítimas. Así es que dividiendo la provincia de Buenos Aires en las tres divisiones posibles para la fundación de pueblos, tendremos estos: costas marítimas desde Buenos Aires a Patagones, costas fluviales desde Buenos aires a San Nicolás, y en el centro las vías férreas. ¿Dónde están los pueblos que prosperan? ¿Dónde están los pueblos que vienen con su contingente a aumentar el desarrollo y el progreso de la provincia? Están sobre la costa fluvial de San Nicolás a Buenos Aires. Están sobre las vías férreas, cómo están Mercedes, Chivilcoy, el Azul y como están todos los pueblos interiores de la provincia. En la costa marítima ¿hay algún pueblo que prospere? ¿O no sabían los que elegían terrenos para fundar setenta pueblos elegir ninguno?”
Fundar pueblos costeros iba contra toda racionalidad económica de la época
Antes del siglo XX, el partido de Ajó se desarrollaba casi exclusivamente a partir de su puerto, situado en la Ría Ajó en General Lavalle, mientras que el resto de su territorio continuaba siendo utilizado como partes olvidadas de estancias repartidas entre algunas pocas familias. Eran los fondos de las fincas de verano de familias terratenientes. Mientras tanto, General Lavalle es declarado partido en 1891 en el territorio anteriormente conocido como Rincón de Ajó, cuyo primer trazado y mensura se realiza en 1864 -año de su fundación- y un segundo trazado es realizado en 1870, en pleno auge de la industria saladeril, con parte de los terrenos loteados y vendidos para nuevos dueños. En concordancia con las ideas de progreso de la Generación del Ochenta, el resto del territorio continuó siendo considerado hostil y poco apto para la explotación económica. Solo una pequeña parte de la región alrededor del puerto de General Lavalle es desarrollada.