[dropcap]C[/dropcap]omo cada temporada, la cuestión de los cuatriciclos regresa y entramos en eternas discusiones que no tienen fin: que si los venden, entonces los propietarios tienen derecho a circular por las calles; que hay una ordenanza municipal que les prohibe andar por la playa; que son peligrosos y ruidosos; que el dueño viene a estas costas justamente para andar en cuatriciclo. Hay voces a favor y en contra. Hay personas que apoyan la circulación de estos vehículos y otras que piden mayor control sobre ellos y que se respeten las normativas vigentes. Yo soy partidaria de la última opción: quiero un mayor control y quiero que cada vez que alguien anda en cuatriciclo, las autoridades hagan lo que corresponde que es incautar el vehículo y multar a la persona.
Pero la realidad es que estamos muy lejos de que esto pase y todos los años tenemos que andar esquivando desde niños hasta adultos andando en cuatriciclo.

Los motivos por los que estoy en contra de la circulación son bastante obvios: diversos especialistas en el manejo costero coinciden que el tránsito de los vehículos en la playa y costanera degradan el medioambiente, perdiendo biodiversidad y destruyendo el entorno natural. Eso sin contar la contaminación sonora que producen, claro.
Otro motivo es el peligro real que implican para la vida humana; no pasa una temporada que no escuchemos de algún accidente fatal a raíz del uso indebido de cuatriciclos. Sabemos que no solo son manejados por adultos sino que son también dados a niños y adolescentes para ser conducidos.
Si fuera por mí, no entrarían cuatriciclos al Partido de la Costa so pena de multas. Pero no solo no es viable como es utópico.
¿Qué podemos hacer para llegar a una solución que complazca a todos?
Una reglamentación clara es la solución. Las reglamentaciones determinan quién, cómo y cuándo se pueden realizar ciertas actividades; especifican multas y puniciones; evitan discusiones del tipo “si solo voy a dar una vuelta y listo, para esto vengo acá” y especifican derechos y obligaciones de todas las partes envueltas.
En esta reglamentación, los estudiosos del tema recomiendan la creación de un circuito para cuatriciclos. Lo ideal sería que no existieran, claro, pero viendo la realidad, lo mejor entonces es minimizar el impacto ambiental destinando un área para esta actividad. Agrego a esto como nota personal que en este espacio debería cobrarse una entrada para su mantenimiento y contratación de personal. La creación de un circuito para cuatriciclos traería no solo una solución para esta problemática como también, trabajo y dinero para el Partido de la Costa. Sumado a esto, se deberían establecer fuertes multas para quienes no lo utilicen y circulen fuera del área permitida. Alguien una vez me planteó que cobrar una entrada atentaría contra el uso del espacio público; claramente era una persona a favor del uso del cuatriciclo. Pero la respuesta es muy simple: quien practica karting, lo hace en un circuito privado en el que debe pagar por su uso. Y según nuestras leyes nacionales, todos tenemos la obligación de preservar el medioambiente para las generaciones futuras, existiendo tambien, entre otras formas de punición, el de pagar en dinero el daño ambiental producido. Entonces, si tu cuatriciclo, vehículo no esencial para la circulación dentro de un espacio como el nuestro, produce daños ambientales, es lógico que pagues por ello. Además de todas las ventajas económicas y ambientales que traería un circuito específico, se le suma la de seguridad vial. Sacaría de vez -siempre que quienes tengan que controlar, controlen como deben- a los cuatriciclos de nuestras playas y nuestras calles.
Entonces, una vez más vemos cómo la solución a una problemática de siempre, es posible a través de compromiso a nivel municipal y ciudadano.