Por Gustavo Calle
Verdad que la mayor de las veces los sueños no se reflejan en el espejo de la realidad sin deformarse. Por ello, quizá, es que no sucumbimos ante la voracidad de lo cotidiano y vencimos. Pues ni siquiera nació como un sueño; ni siquiera como proyecto o idea presuntuosa, sino más bien como un impulso. En aquel entonces, hace once años, hasta lo creíamos vano. Para ser sincero, yo, personalmente, lo creía vano. Hoy, a una década y un año vistos, debo admitir, una vez más, mi frugal equivocación. Vamos, equivocarme es mi especialidad, aunque esta vez asevero haber incurrido en una acepción a tal regla.
Se posaba frente a nosotros la desafiante y bella idea de transformar la comunicación social en el orden local, aunque trascendiendo esa inmanencia para ir en búsqueda de algo más que los límites de una frontera pueblerina. El reto no necesitaba, como dijo Rosa Luxemburgo, de grandes invenciones, pues la rueda -también en la comunicación social- ya estaba inventada. Sólo había que rescatar esas fuentes y enriquecerlas. Ante todo anteponiendo la honestidad intelectual tan devastada. Y creo que así fue. NdR Radio se convirtió, con el paso inexorable del tiempo, en un mojón inexpugnable en medio de tanto descrédito mediático. Y lo aseguro sin vacilar y menos vanagloriarme, sino revalorizando ese estilo propio y singular que fuimos construyendo y que abortó aquella idea primera en que los sueños la mayor de las veces no reflejan en el espejo de la realidad su magnitud exacta. Reitero: quizá porque la génesis de NdR Radio fue un aventón intelectual mixturado con un empellón de voluntad, pero más porque logramos trascender el proyecto radial en sí mismo. Incluso, hasta llevarlo al dictado de talleres educativos, artísticos y de oficios. Y más aún: asacar de entre uno de ellos, el de Radio y Periodismo, a muchos estudiantes que hoy son integrantes del equipo de trabajo de la emisora.
Más allá de discursivas letanías cronológicas que pretendan demarcar estos primeros once años de vida, y que mal podrían asomar como vanidosas alocuciones, sin hesitar proclamo que nuestro mayor blasón fue comunicacionalmente incluirnos como gente y no hablar de ella como una categoría ajena. Porque en verdad somos VOS y NOSOTROS. En este trajín invocamos a que fuese la prepotencia de los impuestos y direccionados mensajes mediáticos convencionales un simulacro o esbozo de SILENCIO.
Quiero sentenciar, entonces, imbuido en el lugar común de la desmesura pasional y emotiva a la que me transporta el momento: 1 de mayo. 2013-2024. Once años de NdR Radio. Para nosotros, LA VERDADERA Y ÚNICA DÉCADA (más uno) GANADA, en medio de tanto espanto y desesperanza.
Felicitaciones a todos uds. Larga vida a NDR.
¡Muchas gracias, Luis!