Casi inexplicablemente, teniendo la pelota en gran parte del partido y jugando mal, Chacarita cayó derrotado en su cancha por Tristán Suárez, 2 a 1, luego de haberse puesto en ventaja. Meléndez abrió el marcador en el mejor momento del Funebrero, dominador de campo y juego pero intrascendente a la hora de generar jugadas de peligro.
Por Gustavo Calle
Con los mismos errores posicionales y conceptuales, pero sobredimensionados, y una carencia absoluta de ideas para imponer su juego ante un más que discreto equipo como Tristán Suárez, Chacarita volvió a recaer en su propia irregularidad. No supo mantener el protagonismo con el que dominó las acciones hasta minutos después del gol de Maximiliano Meléndez y tampoco el resultado a favor; no logró generar situaciones propicias y claras de gol, tomando en cuenta la cantidad de minutos en que poseyó la pelota; después de dos excelentes intervenciones de Federico Losas (contradictoriamente, quizá, en su mejor partido en el arco Funebrero), otra vez falló en la segunda jugada. Final conocido: goles rivales, que redundaron e una nueva inesperada derrota.
Con los argumentos conocidos y con los fundamentos del estilo propio, esta vez fallaron los protagonistas. Pombo, Coquito Rodríguez y Brandán nunca lograron asociarse e hilvanar estrategias para romper el cerco defensivo visitante. Tampoco los laterales tuvieron la influencia ofensiva mostrada en otras jornadas. Mucho menos Coccimano, quien hoy se mostró desconectado y pasivo. Sólo la prodigalidad, el esfuerzo y las ganas de Watson (quien muchas veces se excede en esas virtudes volviéndose confuso) marcaban el pulso del partido. Pero allí, en el volante central, nacían y morían las intenciones.
Párrafo aparte para dos acciones que fueron determinantes y que tuvieron como protagonista a un árbitro, de muy mala tarea. La primera, el alevoso empellón de Ruiz a Pisano no cobrado y que derivó en el segundo gol albiazul. La restante: obvió una clara mano del lateral derecho visitante en su área, luego de un centro anodino ejecutado por el mismo Pisano. Más allá de estas circunstancias, nada modifica la decepcionante labor de Chacarita, a la que además se sumó la mala fortuna en acciones decisivas (por ejemplo, rebotes en los goles de Tristán Suárez después de muy buenas tapadas de Losas).
Se perdió, y duele. Pero ante todo faltó el fútbol, y duele mucho más. Justo este último, en una tarde en que también falleció César Luis Menotti, y el dolor se exacerba. Pucha, todo al revés, qué joder.
CLAVES DEL PARTIDO
*La mala fortuna de Losas y Meléndez. El arquero tuvo dos muy buenas intervenciones inmediatamente antes de ambos goles del visitante, aunque la segunda jugada no lo benefició. El volante volvió a convertir (tercer gol en el torneo), pero cada vez que se anotó en el marcador Chacarita perdió. La particularidad: en los tres encuentros al Funebrero le dieron vuelta el resultado (Defensores de Belgrano, Arsenal y Tristán Suárez). No sólo eso: hasta el momento de ponerse en ventaja parcial, el equipo se mostraba superior en el juego a sus rivales.
*Otra vez, los barras. Promediando el primer tiempo, y ante el repudio casi generalizado del verdadero y genuino socio presente en el estadio, una de los dos barras que lamentablemente posee el club –esta vez, los que ocupan la actual gradería visitante- volvió a generar disputas internas con absoluta impunidad. Golpes de puño, empujones, corridas y desbandes se pudieron observar con estupefacción, ante el manifiesto cántico reprobatorio que partió desde la zona de plateas.
*La complicidad con los barrabravas. Dirigentes, jugadores, medios de comunicación (incluidos la mayoría de los partidarios) y demás estamentos de poder que manipulan un deporte como el fútbol al que han convertido de un noble juego en un negocio espurio, cruel y pérfido honraron antes de comenzar el encuentro a uno de los barras fallecido hace pocas horas. Recayendo en la perversa manera de no llamar a las cosas por su nombre -el eufemismo de denominarlo “hincha caracterizado”-, incluso se pudo observar en la tribuna cabecera –donde se ubica la llamada nefastamente “Famosa Banda”- una corona de flores en su homenaje. Y más: con total desvergüenza, los arlequines encargados de la transmisión televisiva de TyC Sports Play resaltaron hasta con pundonor que a las exequias de Muchinga Escalante había asistido Rafael Di Zeo, reconocido barrabrava de Boca Juniors. Como triste corolario, los jugadores funebreros se fotografiaron con una remera haciendo alusión a su nombre y se la ofrendaron, cual trofeo, a los pocos barras presentes en la popular Isaac López. ¿Los dirigentes de Chacarita, a todo esto? Escondiéndose en sus “testaferros” conocidos, como todos los antes citados.
Mi abuelo contaba cómo los dirigentes habían metido un grupo de patoteros que apretaba a las voces disidentes para que no se metieran en política a mediados de los años 70. Ese grupito fue la semilla de las barras bravas que nunca más se pudieron sacar. Mi abuelo y mis tíos, todos empleados del cementerio y socios del club, murieron viendo como Chaca, que era importante en nuestro fútbol, se desvanecía primero en el sube y baja deportivo para luego hundirse en la pasión por la marginalidad. Chaca se autodestruye.
Lamentablemente cierto lo que narrás, Chunki. Más allá de oscilantes resultados deportivos, es muy triste observar la decadencia intelectual y moral enquistada en nuestra institución.