Mucho se está hablando durante la pandemia del respiro que el planeta está teniendo. Digo, el planeta de los seres humanos. Nosotros hemos hablado sobre este asunto: al final, ¿es un respiro de verdad o no?
La respuesta era ni. ¿Se redujeron los gases de efecto invernadero? Sí. ¿Vemos un poco más de fauna en lugares donde dejaron de aparecer o aparecían poco por culpa de la intrusión humana? Sí. ¿Las cosas entonces están mejor para el ambiente? No.
Crisis anteriores mostraron que después del período en que los gases de efecto invernadero disminuyeron por causa de fuerza mayor, al regresar todo a la normalidad estos aumentaron. Es muy simple de pensar: después de tanto encierro, cuando las distancias sociales y las cuarentenas no sean necesarias o se relajen las medidas, sabemos que las personas van a hacer todo lo que no hicieron antes: viajar por ejemplo, es una de ellas. Tratar de recuperar la economía es otra. ¿A alguien se le ocurre que las empresas van a invertir dinero en energías renovables, algo poco accesible y caro todavía para cualquiera, luego de tener pérdidas por la pandemia? ¿Alguien cree que las prioridades de cualquier gobierno realmente será el ambiente cuando pensemos en recuperar países?
Yo espero que sí. Pero seamos honestos: es muy difícil que esto pase. Probablemente el sistema al que estamos acostumbrados va a intentar recuperar las pérdidas de la forma que mejor conoce: produciendo más, explotando más, usando más.
A nosotros, simples mortales, nos queda la tarea entonces de por lo menos desde nuestro lugar, exigir que nuestros gobiernos repiensen las formas de producir e incentiven un consumo adecuado a las nuevas realidades y objetivos de desarrollo sostenibles planteados y asumidos ante la ONU.
No es tarea fácil. Pero en nuestro caso, que vivimos en un municipio que necesita desesperadamente que las políticas ambientales sean concretas y urgentes, podemos hace una presión mucho más visible que tal vez en otros lados donde hay grandes conglomerados de gente no es posible. Somos unos 80000 residentes. No somos tan poquitos. Pero tampoco somos los millones de las capitales. Tejer redes es mucho más plausible de hacer que tal vez en centros urbanos de gran porte.
Entonces, si queremos realmente darle un respiro al planeta, además de empezar por nosotros, debemos exigirle a nuestras autoridades que comiencen a aplicar políticas ambientales que nos permitan, el día de mañana, enfrentar las crisis que seguramente vendrán. Porque la resiliencia, la capacidad de adaptarnos para enfrentar situaciones contrarias es esencial para cualquier comunidad. La nuestra necesita crearla y reforzarla urgentemente. Y esto solo se consigue cuando además de personas compremetidas, tenemos un Estado comprometido.
Porque toda acción, toda campaña es bienvenida. Pero más bienvenidas son políticas ambientales que nos protejan, nos cuiden y nos demuestren que no estamos solos luchando contra molinos de vientos.