Por penales, y después de haber sido inmensamente superior durante los 90 minutos, Chacarita eliminó a Tigre de la Copa Argentina, tras igualar 1 a 1 (gol de Rodrigo Salinas), en la continuidad del partido suspendido en su oportunidad por agresión a Fernando Brandán. Debut auspicioso de Marino Arzamendia, quien le contuvo un penal a Sánchez Miño, en la serie definitoria. La alegría fue completa: Luciano Perdomo integró el banco de suplentes.
Por Gustavo Calle
No estamos acostumbrados a tantas alegrías y que éstas se sucedan tan juntas y completas. El regreso de Puchi, el gol de Salinas al minuto, el muy buen desempeño individual y colectivo, el cada vez más asentado como titular Maxi Meléndez, el rato auspicioso de Matías Pisano (como en Madryn), la tranquilidad de saber que Arzamendia, al igual que Federico Losas, también cubre muy bien el puesto de golero (a pesar de haber tenido muy poca tarea); el acceder a una nueva fase de la Copa Argentina (espera San Lorenzo), que Brandán (quien había sufrido la agresión de los plateístas de Tigre y las imposturas retóricas del ex director técnico de los de Victoria, Raúl Gorosito) haya convertido el último de los penales y que, en definitiva, se haya dado vuelta un resultado adverso y con las armas futbolísticas tan identificadas con el estilo que este cuerpo técnico le imprimió al equipo desde el año pasado, a pesar de algunas vicisitudes adversas que se padecieron hasta antes del triunfo ante Brown (Madryn).
Fue empate y mereció ser victoria en los 90 minutos. Incluso, amplia. Y no sólo por lo realizado en esta continuidad, sino por lo que el equipo transmitió en todo el partido. Por haber creado muchas situaciones claras de gol, pero ante todo por haber demostrado ser ampliamente superior a un rival que aún juega en Primera División. Superior en volumen y conceptualización de juego, en convicción, en personalidad y ganas. Desde el inicio al final (incluida la serie de penales), Chacarita fue inmensamente más que Tigre, rival al que maniató y sentenció más allá de haberse encontrado fortuitamente en desventaja antes de la suspensión.
Se lo llevó por delante
En esta reanudación del encuentro, decir que Chaca se encontró rápidamente con el empate sería descabellado e injusto. Porque el Funebrero, más allá de haber convertido al minuto de juego, lo elaboró. En la cancha y en la idea futbolística. A partir de allí todo fue tricolor menos la victoria, que finalmente llegó en los penales. Un partido que se desarrolló en 50 metros (de mitad de cancha hacia la valla rival), convirtiéndose casi en un monólogo al que sólo le faltó el corolario del segundo gol.
Desde el triunfo en Madryn, indudablemente el equipo parece haber recobrado una línea distintiva de juego. No sólo por los resultados numéricos positivos, sino por la premisa futbolística de cuidar la pelota, la paciencia para generar espacios, ser punzante en los últimos metros y recuperar rápido la pelota para adueñarse de las acciones, sin tener que esperar los embates contrarios a la altura o dentro mismo de la propia área. Última falencia que parece haberse corregido, luego de algunos traspiés producto de esa contingencia.
Chacarita, con estas genuinas virtudes, accedió a una nueva fase en Copa Argentina. Seguramente intentará revalidarlas en el torneo de la Primera Nacional, tal como se evidenció ante Brown (Madryn) en la goleada del pasado domingo. Por ahora, sólo disfruta (y mucho, merecidamente) de una victoria esperada ante un equipo que lejos de consustanciarse en clásico (el único, por historia y consecuencia, es Atlanta) sí, es verdad, desde hace algún tiempo incita a una rivalidad incontrastable y taxativa.
CLAVES DEL PARTIDO
*Marino Arzamendia. El golero paraguayo debutó en el arco de Chacarita de la mejor manera tapando el penal ejecutado por Sánchez Miño. A pesar del poco trabajo durante el partido, se mostró seguro y con personalidad para descolgar un centro al área y luego para tapar un mano a mano, en la única llegada de Tigre.
*El planteo de Biggeri. Más allá de hacer referencia al doble 9 (Cocimano y Salinas) o a colocar a Maxi Meléndez como lateral derecho, la idea ofensiva, la presión en mitad de cancha para recuperar rápido la pelota y el no haber claudicado jamás al estilo de juego que identifica al entrenador fueron los blasones del equipo. Sin caer en exitismos de ocasión, y hasta dejando de lado la alegría por la victoria final, seguramente éste es el camino por el que Chacarita debe transitar.
*Los penales. Matías Pisano, con un zurdazo fuerte a media altura y al centro del arco; Claudio Pombo, derechazo inapelable al ángulo izquierdo; Rodrigo Salinas, remate a media altura y esquinado; Matías Rodríguez, disparo bajo y apenas direccionado a la derecha del arquero, y Fernando Brandán, furibundo remate alto y a la derecha, dieron cuenta de la precisión del Funebrero en la serie definitoria. Antes, Biggeri les había pedido a los ejecutantes que aseguraran los remates, más allá de la posibilidad de errarlos.