Poeta, ensayista, conferenciante, miembro desde 1968 de la Academia Porteña del Lunfardo y a partir de 2000, de la Academia Nacional del Tango. Médico gerontólogo, maestro de muchos profesionales de la medicina a quienes formó. Luis Alposta, a sus 79 años recién cumplidos (30 de junio), es un blasón del sentir porteño y del tango.
Una genuina pertenencia indestructible con la ciudad y el barrio (Villa Urquiza) signó su vida, a la que paseó con su arte en tres oportunidades por Japón. Incluso, versó acompañado por la música de Edmundo Rivero, su gran amigo, A lo Megata, tango que dedicó al aristócrata nipón Barón Tsunayoshi “Tsunami” Megata, quien introdujo la música ciudadana rioplatense en su país.
Luis Alposta en #LRHVE
Entrevistado durante la emisión del jueves (30) de La Radio Ha Vivido Equivocada -que además le dedicó el programa por el aniversario 79 de su nacimiento-, Alposta recordó con emoción la gran amistad que lo unión a Edmundo Rivero, quien le musicalizó varios poemas, incluido el ya mencionado A lo Megata. “Con Edmundo (Rivero) cumplí mi sueño: que me grabara poemas de mi autoría. Pero algo mucho más importante fue que terminamos siendo grandes amigos”, expresó sin olvidarse del también vínculo afectivo estrecho que comulgó con Rosita Quiroga, quien fue una enamorada de sus letras. Tanto, que Campaneando mi pasado fue compuesto musicalmente por la recordada artista.
En ese recorrido porteño, poético, lunfardo, tanguero y milonguero, Alposta rememoró muy particularmente su entrañable amistad con Osvaldo Pugliese. Una devota confraternidad que traspasó la barrera del cariño mutuo que se tenían, para llegar a los grandes escenarios, tal como ocurrió con el poema El Jubilado, que fue musicalizado por arquetípico pianista y cantado por el inefable y extrañable Abel Córdoba. “A Osvaldo (Pugliese) lo conocí en una situación extraña y casual. Yo salía de atender en una clínica de Parque Centenario en que trabajaba y decidí ir a tomar un café a un bar cercano. Al rato, ingresó el Maestro junto a su esposa, y fue desde ese momento que no nos separamos más. Lo recuerdo con enorme cariño y soy un agradecido que tanto él cuanto su hija Beba hayan grabado varios de mis poemas”, contó.
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Pero también el Tata Cedrón y Daniel Melingo fueron otros de los artistas que decidieron abocarse a musicalizar textos de Alposta. Incluso, Cedrón los presentó en París, con letras traducidas al francés. En tanto, Melingo, quien también llevó sus letras a Europa, dio a conocer su Suite del horror, con piezas como Jack the Ripper, Tango del Vampiro, Frankestein y Jekill & Hide, entre otras.
Alposta, además autor de sonetos lunfardos y de sus reconocidos Mosaicos Porteños (una obra singular que retrata misceláneas y pinturas porteñas, con talento, creatividad, ironía y sensibilidad), aún prosigue ejerciendo la medicina, en su consultorio privado de Villa Urquiza, el barrio que lo cobija desde su infancia. Publicó más de veinte libros y hasta despuntó su vocación de artista plástico, exponiendo obras en el Café Tortoni que, increíblemente, al tiempo fueron robadas del lugar.