El descarado intendente de Pinamar, Martín Yesa, dijo que en su ciudad “sobra trabajo”, tras condenar al vendedor de churros a quien la policía e inspectores municipales pretendieron arrebatarle la mercadería, acusándolo de no poseer el permiso pertinente.
Turistas que se hallaban en la playa en el momento del condenable accionar estatal no permitieron la incautación, tras forcejear y discutir con los agentes comunales. Yesa defendió su execrable postura basado en supuestos cuidados bromatológicos y exigió, en un ataque de autoritarismo, que se les pidan disculpas a los funcionarios funcionales que procuraron llevar adelante su infructuosa tarea persecutoria.