El Partido de la Costa es un municipio altamente dependiente del turismo estacional y como tal, se ha desarrollado de forma no sostenible en torno de esta actividad sin tener en cuenta el costo ambiental. Este costo no es solo la destrucción del entorno natural sino también, la destrucción del sustento económico de su población. El retroceso costero es uno de los más claros y visibles a simple vista; la intrusión salina no lo es tanto. Sin embargo, es una consecuencia tan peligrosa como la de quedarnos sin playas porque significa que nuestra reserva de agua potable disminuye.
Sabemos que el aumento del nivel del mar es uno de los posibles efectos del cambio climático que más preocupan en la actualidad para quienes viven en zonas costeras. Porque además del retroceso del frente costero, este aumento conlleva a otra problemática importante para la subsistecia del Partido de la Costa: la intrusión salina. Constantemente escuchamos reclamos sobre la falta de agua potable, sobre agua sucia que sale de canillas y la necesidad de recurrir a canillas comunales para poder beber agua en casa.
Pero, ¿por qué parece haber empeorado la situación en los últimos tiempos? ¿Por qué ahora, y no antes, escuchamos tantos reclamos?
Vamos a explicar un poco de qué hablamos cuando hablamos de intrusión salina y por qué nos quedamos sin agua potable.
Los acuíferos costeros tienen una importante conexión hidráulica con el mar; es decir, están conectados entre ellos, y si se produce la entrada de agua salada en los mismos, estos se reducirían. En palabras simples, un acuífero posee agua dulce dentro de él; naturalmente se encuentra conectado con el mar pero la dinámica que existe en el ecosistema permite que ese agua dulce permanezca dulce y sea protegida de la intrusión salina o ingreso de agua salada. Los médanos cumplen esta función de proteger el acuífero costero. Con el retroceso costero como resultado de la depredación de la barrera medanosa, esta dinámica se interrumpe. Así, entra agua salada -la intrusión salina que mencionamos- al acuífero de agua dulce. La consecuencia directa para nuestro municipio, es la reducción de las reservas de agua dulce de la región, generando una posible situación de desabastecimiento de agua potable para la población residente y para las masas de turistas que llegan cada verano. La población del Partido de la Costa es 100% dependiente de UN acuífero costero situado entre Punta Rasa y Punta Médanos y abastece aproximadamente a un total de 80000 personas según proyecciones del INDEC. Al mismo tiempo, de acuerdo a los análisis realizadas por especialistas (Carretero, Kruse y Rapaglia, 2012), debido a la escasa elevación topográfica de la región, es probable que el aumento del nivel del mar, como efecto del cambio climático, produzca una intrusión salina que degradaría el acuífero costero, colocando la reserva de agua dulce en una situación de riesgo. A esta degradación por efectos de origen natural, se le suma el aumento de demanda por crecimiento demográfico que estos investigadores estimaron para realizar sus cálculos en 100.000 habitantes.
Entonces, tenemos un problema doble: por un lado, la naturaleza siendo naturaleza y por el otro, el más grave, el hombre siendo hombre. Ocupamos un espacio, lo depredamos y acabamos con sus recursos, recursos que son necesarios para nuestra propia subsistencia. Recordemos que la naturaleza no tiene la culpa: si nuestro municipio estuviera en un camino sostenible, estaríamos preparados para enfrentar los efectos del cambio climático. Es la resiliencia de la que hablamos siempre. Sin embargo, somos altamente vulnerable a cualquier mudanza de situación porque nuestro municipio no tiene políticas ambientales ni mitigadoras ni restauradoras.
En la actualidad, la falta de agua potable es un reclamo común entre vecinos de zonas residenciales e inclusive zonas de playas muy turísticas como Santa Teresita y Mar de Ajó. Eso ha hecho que en sectores donde se alquilaban casas para la temporada, se reduzca el interés por las mismas debido a la falta de agua potable, necesaria para el consumo y para otras actividades diarias. Vecinos denuncian constantemente la falta de obras y la necesidad de acercarse a las delegaciones para llenar bidones de agua apta para consumo humano. Esto se condice con otra investigación llevada adelante por Carretero, Kruse y Rojo (2013) en la que determinan que en playas como Las Toninas y Santa Teresita, el volumen de agua dulce se redujo en 30% a lo largo de 25 años a la vez que se detectó un proceso de salinización en Santa Teresita. Los autores llegan a la conclusión de que estas consecuencias son de origen antropogénico por: