Latinoamérica sangra. En su enorme herida perviven más de 500 años de abusos, genocidios y saqueo. Sucede que desde los imperios de la dominación nunca dejamos de significar otra cosa más que ricas y vastas regiones destinadas a ser utilizadas como recursos en pos de sus intereses
Somos aún instrumentos de un despotismo “civilizado”, compradores compulsivos de un importado progreso de la miseria y la desidia.
En nuestras mentes y corazones vive encarnado el germen de la colonización, del etnocentrismo y la aculturación. Está ahí, en muchos de nuestros pensamientos, acciones y prejuicios. Está en un sistema educativo que sistemáticamente nos adoctrina para aceptar en ciega obediencia el culto al utilitarismo mercantilista, al mérito por sobre la solidaridad y el apoyo mutuo, a la fragmentación egocéntrica, la competitividad despiadada, la discordia interminable.
Latinoamérica, espíritu de resistencia y lucha sin fronteras
Defendemos muy bien esta visión que nos destruye: la transferimos generacionalmente, sin llegar a deconstruirla desde una perspectiva radicalmente de-colonizadora.
Latinoamérica sangra y en su sangre existe inextinguible la vida, su génesis, de sus culturas autóctonas y sus pueblos originarios de los cuales aún más de 500 persisten hoy gracias a sus incansables luchas.
Los gobiernos y sus Estados subyugan a las sociedades porque eso es un hecho intrínseco a su razón de existir y no hay manera de que coexistan sin nuestra complicidad y obediencia.
De tanto en tanto rugen desde el pueblo, con rabia, gritos de dignidad porque aún después de tantos siglos de condicionamiento el espíritu humano se sabe libre, entonces puja por soltar sus verdades más profundas, es el grito sublime que reafirma nuestra existencia como sociedad presente.
Despertar
Y se levantan las multitudes en Bolivia por acusaciones de fraude electoral, en Chile por la gran desigualdad social, en Ecuador por la eliminación de los subsidios a los combustibles, en Haití por la escasez de gasolina y alimentos, así también lo fue en Brasil pidiendo la renuncia de su Presidente y la lista continúa porque la lucha nunca alcanza, porque el monstruo es enorme y no para de golpear la dignidad de los pueblos.
La situación chilena nos muestra los tremendos resultados de políticas neoliberales que vacían la economía de los países; los exprimen en nombre del mercado, generan tensiones que son bombas siempre a punto de explotar. Con un presidente que le declara la guerra a su propio pueblo. Yo creo que, por su parte, ya se la había declarado hace rato, presidente que a los pocos días decide renombrar parte de su gabinete. Con cientos de carabineros en las calles reprimiendo y no solo protegiendo como algunos te quieren vender o quizás sí, protegiendo, sí, pero los intereses de quienes concentran el poder, infiltrándose y montando falsas situaciones entre los manifestantes para provocar caos. Hay denuncias, fotos, videos y testimonios de personas brutalmente golpeadas y abusadas por los carabineros. Me pregunto ahora: ¿quiénes son realmente un peligro para la sociedad?
La llama que encendió la mecha en Chile fue el desorbitante precio en el boleto del metro pero todos sabemos que podría haber sido cualquier otra decisión u acción similar.
Debajo de una farsa superficial llena de cinismo, retóricas y demagogia en donde todo un sistema y sus aliados los medios masivos de comunicación, nos muestran solo lo que a ellos les conviene, debajo de todo esa escenografía, digo, o arriba o al costado, existen miles de personas con la paciencia ya al límite, cansadas de ser espectadores y participes de un gran y perverso circo, que puede llegar a tener sus horas contadas, si es que en una gran ola de conciencia despertamos, como Latinoamérica despierta , como Chile despertó.