En los últimos días corrió un rumor que cada día va tomando más formas: los boliches se trasladarán a las playas y a las peatonales. Las personas de Villa Gesell ya pusieron el grito en el cielo. En La Costa, se va rumoreando entre vecinos que locales bailables como el que se encuentra en pleno centro de Mar del Tuyú ya tiene arreglo para sacar el boliche a la calle con otro local a cielo abierto y que usarán la playa. A cada día que pasa resuena más fuerte esta propuesta que está mal por todos lados.
La pandemia como excusa
Todos entendemos lo que produjo la pandemia a los bolsillos de las personas que dependen exclusivamente de ofrecer ciertos servicios. Todos entendemos también qué pasará si esto continúa. Pero esto también nos hace replantear y mucho sobre cómo establecemos relaciones poco saludables con nuestro entorno al punto de depender de depredar el ambiente o hacer uso de un espacio público que nos pertenece a todos.
Pensemos en lo que está sucediendo en playas como las de Mar del Plata: para garantizar algo de temporada, se discuten protocolos de distanciamiento social en la playa con lo que quienes están ganando son los balnearios privados que están en campaña para ocupar todavía más espacio público con la excusa de la pandemia. Pensemos en toda la costa bonaerense que plantean ampliar peatonales olvidándose que en esas calles también hay gente que vive y gente que quiere vacacionar tranquila.
Lo que la pandemia nos muestra es que siempre estamos al servicio del señor turismo como único modo de producción. Que siempre tenemos que subyugarnos a aquellos que tienen más dinero y locales que atraen gente como cervecerías, locales bailables, balnearios, etc. sin que tengan el menor respeto por quienes también tienen derecho a poder utilizar el espacio público ocupada y acaparado por personas, música, gritos y finalmente, basura (que no se recoge porque la gestión de residuos urbanos es pésima).
Imaginémonos por un momento que los rumores son ciertos, que los boliches ocuparán la playa y las calles costeras. Yo me pregunto: ¿por qué no trasladan los boliches en frente de las casas de los intendentes y funcionarios importantes? ¿Por qué no permiten las fiestas hasta las 6, 7 de la mañana en las playas prácticamente privadas de Costa Esmeralda?
La respuesta es simple: el espacio público no nos pertenece. Les pertenece a ellos. A los que hacen y deshacen a su placer. A los que nos corren cada vez más a pedacitos de playa llenas de escombros y fierros no nos corresponden más que migajas; mientras, ellos disfrutan del sonido de la naturaleza como promocionaron a Costa Esmeralda, un lugar para poquísimos, en una historia en Instagram funcionarios públicos costeros. Lo que nos queda a nosotros son boliches en las veredas, sin poder descansar siquiera. Nos queda mugre en la playa de los que creen que el espacio público les pertenece y no tienen que rendirles cuentas a nadie porque… “el turismo”. Porque “genero trabajo”. Porque “sin nosotros se mueren de hambre”.
¿Hasta cuándo el espacio público será el rehén de los que pueden? ¿Hasta cuándo nosotros seremos rehenes de los que tienen y seremos intimidados, empujados y descartados como ciudadanos?
En algún momento hay que decir basta. Basta a la depredación ambiental. Basta a hacer lo que quieren con un espacio que nos pertenece a todos.
Hoy, miércoles 11, se realiza un encuentro por zoom entre organizaciones ambientales costeras, vecinos residentes y no residentes y todo aquel que quiera crear en conjunto una agenda de prioridades ambientales para presentar ante el Municipio. Quienes no consigan participar, pueden dejar sus inquietudes para ser comentadas en la reunión por mensaje. Dejamos el enlace para que sepan más o pueden entrar directamente a las páginas de las organizaciones costeras.