Chacarita igualó 2 a 2 con Quilmes y continúa liderando las posiciones de la zona B. Coquito Rodríguez –la figura de la cancha-, con un golazo, y Claudio Pombo marcaron para el Funebrero, que mereció, por actitud y juego, la victoria ante un rival mezquino.
Por Gustavo Calle
Chaca sigue dependiendo de sí mismo. A esta altura, a tan sólo la falta de tres fechas para culminar la primera fase del certamen, no es poco y es invalorable. No sólo porque lidera las posiciones, sino porque indudablemente – para qué recaer en circunloquios retóricos y sin intención de ser exagerado- los equipos mendocinos parecieran tener un “peso extra”. Quedó claramente evidenciado en la noche del viernes, con lo sucedido en Mendoza, en la “artificialmente estimulada” victoria consumada por Independiente Rivadavia ante Rafaela, que contó con un bochornoso arbitraje que perjudicó abiertamente al conjunto visitante. Aunque vale la reiteración: Chaca depende de Chaca. Y jugando como frente a Quilmes, a pesar de haber sólo obtenido un empate (que debió inexorablemente por merecimiento catapultarse en triunfo), las esperanzas de proteger el liderato no son para nada descabelladas.
Lejos de inmiscuirse en elucubraciones matemáticas –ya que el fútbol es la dinámica de la impensado y no una ciencia exacta– de nada valen las especulaciones y posibles ecuaciones numéricas que pueden efectuarse de aquí al final. Chacarita muestra –como durante todo el campeonato- que puede ganarle a cualquier rival, porque principalmente tiene una idea de juego que es su blasón innegociable. Con la ventaja de ostentar un punto más que sus contrincantes y, como si fuera poco, una mejor diferencia de gol con respecto a ellos.
Claro que para alcanzar el objetivo restan tres difíciles encuentros. Brown y Rafaela, como visitante, y Estudiantes, en San Martín. Tampoco los mendocinos, en esta instancia, tendrán accesible el camino. Máxime, porque en la última fecha juegan entre ellos.
Del partido ante Quilmes hay que expresar que el Funebrero mereció ampliamente la victoria, pero que por dos jugadas desafortunadas y esporádicas el Cervecero se llevó un punto, que en verdad es lo que vino a buscar a San Martín.
Con errores y aciertos, a lo que nunca renuncia el equipo de Biggeri es a la verticalidad bien entendida. Para ello se basa en la asociación de juego (como quedó expresamente demostrada en el golazo de Coquito), pero también en la actitud de entrega. Perdomo y Rodríguez fueron los indicadores de este camino, sin descuidar la actuación general del equipo que se consustanció a la perfección con lo antedicho. Si no se ganó fue porque en el fútbol existen tres resultados posibles. Y como expresión cultural en un juego que metaforiza la vida, a veces las injusticias y los azares priman.
Adrogué, en casa y Santa Fe son las próximas y postreras paradas en este camino inicial que va llegando a su cierre y que tiene como premio la final por el primer ascenso. Más allá de no poder (ni saber cómo) aislarse de las imaginarias ecuaciones matemáticas que urgen el crucial momento, lo más conveniente, supongo, es centrarse en lo que este equipo puede conseguir por su impronta despojándonos de especulaciones, augurios, supercherías y deseos infundados en cálculos algebraicos que pueden finalmente derrumbarse ante lo incontrastable de la realidad. Chaca depende de Chaca. Por mérito propio, y no por factores o ayudas externos.
CLAVES DEL PARTIDO
*El alma del equipo. Con Perdomo y Coquito como abanderados, Chaca, con errores y aciertos, siempre buscó el partido. En el segundo tiempo fue ampliamente dominador generando claras situaciones de gol. Nunca cejó en su empeño aun estando dos veces en desventaja producto de infortunios, más que por mérito del rival.
*El segundo gol de Quilmes. En el mejor momento de Chacarita, un mal despeje de Quiroz posibilito que Ramírez estampara el 2 a 1. Previamente hubo una clara mano para acomodar el balón desde el piso de uno de sus compañeros, no advertida por el árbitro ni el línea de ese sector, que se hallaba a poco metros de la incidencia.
*El golazo de Matías Rodríguez. Una definición sobresaliente de Coquito ante la salida de Álvarez, luego de una maravillosa jugada colectiva que incluyó más de una decena de toques, amagues, búsqueda de espacios libres, cambios de frente y la asociación final a un toque entre Pombo y el goleador.
*Para destacar. Otra vez Nicolás Chávez respondió con creces su inclusión en el equipo titular y Enzo Lettieri, después de soportar una lesión, también redondeó una correcta actuación. En este ítem es menester contemplar a Claudio Pombo, quien le brindó movilidad y mayor juego ofensivo al equipo con su ingreso; lo que siempre aporta el Tanque Giménez, el incansable trajinar de Juan Cruz González y la seguridad que transmite Correa, que quedó demostrada en un par de situaciones comprometidas.
*El público. La gente colmó el estadio y alentó sin cesar durante los noventa minutos, dejando en evidencia la simbiosis existente con este equipo que transmite, con juego y actitud, la sensación que siempre va a obtener el resultado anhelado. Una fortaleza insoslayable, que Aníbal Biggeri y el cuerpo técnico supieron imprimirle a todo este plantel.