A pesar del empate ante Rafaela, Chacarita no pudo acceder a la final por el primer ascenso, ya que Independiente Rivadavia venció 1 a 0 a Maipú (al que no le sancionaron un penal bochornoso a poco del final). Ahora, a pensar en el Reducido, en el que Chaca tiene ventaja deportiva (bien ganada).
Por Gustavo Calle
No puedo, ni quiero, dejar de comenzar esta crónica no haciendo referencia textual a una de las Claves del Partido (ver recuadro de este informe): “El Reducido encontrará a Chacarita como el mejor equipo (excluido el perdedor de la final por el primer ascenso). Por ende, la ventaja deportiva se suscitará durante la liguilla. Cosechó en esta primera instancia 67 puntos. Es el que menos perdió: sólo tres partidos. Uno de los de mayor cantidad de goles convertidos y el de menos recibidos. Por juego, honestidad deportiva y hasta por pecar de ingenuidad (entendida como nobleza futbolística), sin dudas mereció consumar no sólo la disputa de la final, sino el ascenso. Pero el fútbol, cuanto la vida, nos sorprende con imponderables, injusticias, algunas defecciones propias (que como una maldición siempre corren con ventaja ante nuestros mayores atinados aciertos) y en este torneo, poderío político-económico de un dirigente de un directo club contrincante.”
Quizá suene el párrafo introductorio como excusa por el frustrante resultado consumado. Y puede que lo sea. Pero, a fuerza de sinceridad, es un consuelo. Y no de pobres ni de tontos, sino de buscar respuestas a la desazón.
A este plantel nada hay que reprocharle. Más allá de desaciertos y errores (humanos, futbolísticos, lógicos) a lo largo de estas más de 30 fechas disfrutamos (y sufrimos) de un Chacarita como hace mucho tiempo no lo hacíamos. Un conjunto de jugadores acotados en cantidad, pero que entendió la idea del entrenador y colaboró para que Chaca dejara de ser lo que en los últimos años dejaba en evidencia: un club desperdigado, sin rumbo (o peor aún: con destino de desarme), sin ilusiones ni esperanzas. Coquito, Perdomo, Juan Cruz, Chávez, Losas, Tobías Fernández, a quienes se sumaron algunos jóvenes de las formativas, como Chocobar, Domke, Guerra, Laurelli y Cardozo, junto a los nombres que llegaron nos devolvieron los sentidos de identidad y pertenencia. Rescataron a Chacarita del ostracismo, del que sólo se salvaba la inigualable pasión del hincha. También, hay que ser sinceros, esta dirigencia -con la que podemos fácilmente tener puntos de disidencias- aportó lo suyo, lo que esperábamos los incansables y maltratados socios (principalmente) y simpatizantes. Y no fue poco, sino muy importante. Se logró triplicar la cantidad de asociados; se comenzó con la construcción de una doble bandeja de plateas; se ordenó y regularizó una penosa situación económica y, ante todo, entendió lo que significa Chacarita.
Lejos de pretender elucubrar un mensaje pesimista y desesperanzado por un adverso resultado deportivo tan ansiosamente esperado, en verdad retomo el argumento del párrafo inicial de este comentario: buscar consuelo, ante tanta pena y pesar por no haber podido arribar a una instancia definitoria a Primera División.
El Reducido espera y habrá, entonces, que rearmarnos anímica y emocionalmente para encararlo. Pero con nuestros mejores y más preciados idearios: el honesto juego demostrado por el equipo (aún con los escasos yerros y las muchas virtudes, reitero) y nuestro incondicional apoyo. Somos Chacarita. Y lo debemos (será así) demostrar enalteciendo nuestro nombre, sin necesidad de “aportes externos inescrupulosos”.
CLAVES DEL PARTIDO
*Otra vez, no supo cerrar el partido. Ganando 1 a 0 (e incluso después del empate de Bieler), el Funebrero tuvo chances claras de ampliar el resultado. Pero como sucedió a lo largo del campeonato, y a pesar de ser uno de los equipos más goleadores del torneo, la cantidad de tantos anotados con respecto a las ocasiones generadas fue baja, increíblemente. Si Chaca logra una mayor efectividad no debería penar ante ningún rival en la liguilla por el segundo ascenso.
*La sobornable imparcialidad. Sobre todo en el tramo final de la primera fase, el club mendocino manipulado por el empresario Daniel Vila hizo lo que quiso. Fue beneficiado, por ejemplo, con penales vergonzosos a favor, y como en esta última jornada, también fue ayudado por una clara infracción cometida a un delantero de Maipú, que no fue sancionada por el juez. De todas formas, Chacarita es responsable de no haber podido arribar a la final, pues contó con varias chances de poder hacerlo y no las pudo aprovechar (de más está enumerar partidos).
*Lettieri y Gómez. Los reemplazantes de Caro Torres y Perdomo, respectivamente, jugaron ante Rafaela un muy buen partido. El defensor, incluso, corrigió desacoples defensivos y cubrió las espaldas de Zanini, quien indudablemente no está en su mejor nivel. En cuanto al ex jugador de Ferro, logró hacernos no extrañar demasiado la ausencia de Puchi, redondeando un correcto encuentro.
*El Tanque, importantísimo. Giménez volvió a demostrar que en este equipo es esencial su presencia. Y no por minimizar a sus sustitutos naturales (Pulicastro y Rasic), sino porque es descomunal lo que genera. Gana pelotas divididas, asiste, cabecea, pivotea, desgasta a los centrales rivales y convierte goles.
*Lo que vendrá. El Reducido encontrará a Chacarita como el mejor equipo (excluido el perdedor de la final por el primer ascenso). Por ende, la ventaja deportiva se suscitará durante la liguilla. Cosechó en esta primera instancia 67 puntos. Es el que menos perdió: sólo tres partidos. Uno de los de mayor cantidad de goles convertidos y el de menos recibidos. Por juego, honestidad deportiva y hasta por pecar de ingenuidad (entendida como nobleza futbolística), sin dudas mereció consumar no sólo la disputa de la final, sino el ascenso. Pero el fútbol, cuanto la vida, nos sorprende con imponderables, injusticias (que como una maldición siempre corren con ventaja ante nuestros mayores atinados aciertos) y en este torneo, poderío político-económico de un dirigente de un directo club contrincante.
Clarito y al pié. Gracias
¡Abrazo funebrero!